Alexander Lukashenko ganó las elecciones presidenciales en Bielorrusia con más del 80% de los votos el pasado 9 de agosto, en una jornada electoral como tantas otras desde que llegó al poder en 1994. El presidente ha encadenado victoria tras victoria en todas las elecciones celebradas, estableciendo en el país ex-soviético (el más fiel a la vieja tradición de la U.R.S.S) un personalismo autoritario para el que hasta ahora no parecía haber fin.

Pero en esta ocasión, una joven opositora, Svetlana Tijanóvskaya le ha puesto las cosas más difíciles. Con una campaña electoral meteórica y consiguiendo como nunca había logrado otro líder no gubernamental llenar plazas y congregar masas, se plantó en la jornada electoral con mucha presencia mediática y grandes apoyos. Con un discurso rupturista con la línea tradicional del país, y más europeísta, cambió el tablero político.
En las semanas anteriores al 9 de agosto, Lukashenko mostró un nerviosismo creciente y denunció injerencias provenientes de «agentes» del exterior que querían «acabar con la independencia de Bielorrusia». Se produjeron detenciones y amenazas a la oposición «si seguía por ese camino». En el trasfondo, la lucha de dos corrientes internas en el país (las mismas que había en Ucrania y que provocaron en 2014 la guerra que todavía la divide): los prorrusos y los proeuropeos.

El día de las elecciones todo fue extraño (o normal, visto desde el punto de vista bielorruso). Los sitios web extranjeros «se cayeron» estrepitosamente, la información llegó con cuentagotas, y el resultado de las elecciones se comunicó con inusitada rapidez teniendo en cuenta los estándares bielorrusos. Lukashenko había ganado, como siempre de manera apabullante. Tijanóvskaya se llevaba algo más del un 10% de los votos.
La oposición no aceptó el resultado (afirmaba haber ganado en numerosas mesas de las ciudades más importantes con entre el 60% y el 70% de los votos) y Tijanóvskaya marchó inmediatamente al exilio en Lituania, ante el riesgo inminente de ser arrestada. Desde entonces se han sucedido manifestaciones de uno y otro bando en Minsk, la capital del país. El presidente moviliza a los suyos, pero los opositores no se amilanan y las protestas de fraude electoral, con la exigencia de repetición electoral van a más.

Y así llegamos al día de hoy. Lukashenko ha decretado el estado de alerta, y se prepara para defender al país «de la agresión extranjera y de la OTAN», según reza la propaganda oficial. Por su parte, para hoy la oposición ha convocado manifestaciones dentro y fuera del país. Desde el lado lituano se prevé formar una cadena humana que llegue hasta la misma frontera bielorrusa. El hecho es interpretado por el gobierno como un desafío a la integridad territorial del país, en una escalada de tensión que no se sabe hasta dónde llegará.
El balance de la jornada de hoy será clave para la resolución o no del conflicto. La oposición se muestra muy fuerte, pero el cansancio puede estar empezando a hacer mella, y Lukashenko dispone de mecanismos sobrados para imponer el orden en el interior. Cuenta, además, con el probable apoyo de las zonas rurales, frente al carácter más contestatario de las urbanas.
Las naciones europeas, en general, muestran un claro respaldo a la oposición (la Unión Europea no reconoce el resultado de las elecciones) pero sin cerrar puertas de momento con el presidente, en un ejercicio de equilibrio que mira con el rabillo del ojo a Rusia, principal apoyo del gobierno.
El país, en definitiva, se debate entre un progresivo agotamiento de la «rebelión social», que permitiría a Lukashenko recuperar el control férreamente en los próximos días, o una deriva de protestas que acabe por obligarle a ceder, o incluso desemboque en un conflicto civil como en la vecina Ucrania. La región de Grodno está en máxima alerta. Cómo resulte el día de hoy será clave para conocer el escenario final.
Flash by Neo: los lentísimos recuentos electorales en Australia.
El complejo sistema electoral australiano obliga a que las papeletas se tengan que contar y recontar varias veces para ir eliminando las últimas preferencias cada vez. Eso hace que los recuentos no finalicen en días, incluso en semanas alguna vez.
Ayer se celebraron elecciones regionales en el Territorio del Norte. 24 horas después de cerrados los colegios electorales aún no se saben los resultados a pesar de que puede tratarse sólo de unos 100.000 votos, eso si, en un territorio similar a 3 Españas.
Lo más destacado de estas elecciones era la presentación del nuevo partido TA-Territory Alliance, fundado por un ex primer ministro conservador, Terry Mills, al que se le unió un diputado laborista y una diputada conservadora. El partido se define libre de ideología y ajeno a izquierda-derecha, pero las fuertes convicciones religiosas de Mills y la entrada en el partido de Regina McCarthy, destacada líder de la extrema derecha local, ha hecho que los medios ubiquen al partido en ese espacio.
Con el 63% del voto recontado el partido Laborista baja casi 3 puntos pero mantiene su hegemonía. Los conservadores de Country-Liberal se mantienen estables mientras que Territory Alliance se estrenaría con un 13%, a costa casi todo de los independientes.
Los escaños son los calculados en este momento, pero están bailando mucho:
(Publicado aquí por no tener relevancia para un debate en el foro)