Malah bal-balan.

No se vosotros qué opinaréis al respecto, pero no se me ocurre mejor frase para definir mi opinión sobre el tema que a continuación voy a desarrollar que la controvertida expresión del título de esta entrada: nganti bal-balan.

Estoy hasta las pelotas de que se mida a los países con distinta vara según intereses económicos, geográficos o políticos. Me explico. Desde hace meses vemos como una y otra vez se intenta relacionar, por ejemplo, a Podemos con Venezuela o Irán, como partidos como Ciudadanos o Podemos se quieren asemejar al modelo danés o nórdico, y cómo los medios de comunicación acusan a unos y otros de connivencia con regímenes cuestionables de países cuyo conocimiento en nuestro país es, prácticamente, nulo.

¿Por qué Iran es un país malo, el enemigo? Porque no cumplen muchos de los derechos humanos, argumentarán con razón muchos. Efectivamente, el país persa tiene muchos puntos que cuestionar, que comparte con otros como Arabia Saudí o Baréin. ¿Por qué estos países no son tachados de lo mismo? ¿Es que Arabia Saudí se convierte en bueno automáticamente al vendernos petróleo, aunque el papel de la mujer en su sociedad sea prácticamente nulo?

Quienes defienden a Podemos a menudo utilizan la réplica para contrarrestar: “Pues vosotros seguís el modelo marroquí o el saudí”. Craso error. Entrar en el y tú más no nos lleva más que a la conclusión de que existen aún en el mundo una serie de países con muchísimas sombras y que, probablemente, tienen aún un gran camino por recorrer para equipararse a otros en materias de igualdad, tolerancia o derechos sociales. Pero nuestro país no es ni más ni menos que otros.

En España seguimos teniendo déficits bastante llamativos, ¿o es que pensáis que en otros países no se escandalizan al ver que las mujeres son despreciadas en la línea de sucesión de la Corona o que hay niños que no pueden comer y recursos suficientes para subsanarlo? Esta política de las “dos Españas” es cansina, anticuada y triste.

Personalmente espero y deseo que algún organismo oficial y de prestigio publique un ranking de países y su “honorabilidad” algún día para poder tener claro quién es quién, si Venezuela es mejor o peor que Cuba, Ucrania o Colombia. Me urge conocer si de un día para otro un país horroroso puede pasar a ser “bueno” tras alcanzar un acuerdo de “desarme” nuclear o si en el caso en que uno de ellos agote sus recursos energéticos o deje de comprarnos armas le volvería automáticamente “un enemigo”.

Sinceramente, estoy hasta las pelotas de este juego del gato y el ratón que no nos conduce a ningún sitio: ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos, ni todo lo contrario.