Hace unos días leíamos en twitter un mensaje en el que un usuario decía que siempre le había fascinado el debate sobre Latinoamérica y sus límites. Pese a que la gran mayoría del mundo asocia LATAM con los territorios de habla hispana o portuguesa del país americano, hay ciertas regiones que, por sus particularidades, dan pié a un debate sobre si deberían ser consideradas como tal o no.
La definición de América Latina

El concepto de Latinoamérica agrupa a los lugares del ‘nuevo continente’ cuyo idioma materno mayoritario deriva del latín, por lo que engloba territorios hispanohablantes como México, Argentina, Perú o Chile, así como países como Brasil cuyo idioma principal es el portugués.
Más dudas despiertan aquellos territorios donde predomina el francés, como las islas de Martinica o Guadalupe o los territorios de la Guayana Francesa.
Esto deja fuera los lugares donde se habla inglés, como las islas Bermudas, Belice, Bahamas, Barbados o Jamaica, así como las naciones o territorios de ultramar con idioma neerlandés, como es el caso de Aruba y Curaçao o la parte neerlandesa de San Martín.
¿Qué ocurre con las regiones dentro de los países?
Si bien hay quien difiere con respecto a si territorios de habla inglesa como Belice deberían ser considerados LATAM por las similitudes étnicas y de costumbres con países vecinos de habla hispana, más peliagudo es el debate sobre qué hacer en cuanto a consideración con regiones como Quebec, de habla francófona, pertenecientes a países considerados fuera del concepto de Latinamérica, como Canadá.
Lo mismo ocurre con estados como California con una gran predominancia de habla hispana en un país donde el idioma oficial es el inglés.
Las Malvinas, más difícil todavía
En cuanto a territorios como las Malvinas, el tema es aún más difícil, ya que son zonas en disputa entre dos países con diferente categorización (en este caso soberanía británica en disputa con Argentina, por lo que dependiendo de quién la ostente, puede considerarse o excluirse).
Los conceptos no son estáticos
Sin duda la clave está en que según avanzan los años la sociedad amolda los conceptos al uso que hace de los mismos, y por ello lo que hasta ayer era negro hoy puede ser visto gris y en unos años pasar a considerarse más blanco que negro.
Para los ciudadanos que hablamos español, se suele considerar al resto de países que compartimos lengua como Latinoamericanos, pues es con quien más similitud encontramos y los vemos como ‘más nuestros’. En cambio los portugueses ven más latinoamericano a Brasil que a Ecuador, por esas mismas razones. Y seguramente un país nórdico lo vea todo con un prisma distinto.
¿Cuál es vuestra opinión al respecto? ¿Consideráis que Québec o California son LATAM? ¿Y Puerto Rico, Guayana Francesa o Belice?
Llego un poco tarde, pero bueno, aquí estoy.
Primero, al considerar un concepto lingüístico, hay que relativizar la importancia que tiene o deja de tener: no se puede simplificar la enorme diversidad cultural que existe en América con una o varias palabras, pero tampoco se debe convertir en un caos de términos sin tanta importancia esta misma diversidad. Asimismo, que un término sea ambiguo no tiene porqué ser malo: hay estados como México o USA que en algunas cuestiones se pueden considerar latinoamericanos y en otras no, y una definición estricta e inamovible de Latinoamérica no tiene porqué ayudar a clarificar la situación.
El término Latinoamérica creo nace de la necesidad de dividir al continente americano en «regiones» con características comunes. Si nos ceñimos a lo político, es más acertado dividir el continente en la Comunidad Andina, el Mercosur, Nafta, etc, porque representan mejor las inquietudes políticas de los diferentes estados; si nos ceñimos a lo cultural, todos los estados americanos cuentan, en mayor o menor medida, tanto con influencia europea como con influencia de los pueblos originarios: son todos estados criollos, y las lenguas son el mejor ejemplo de ello. El resto de aspectos, aislados, tampoco definen bien el continente, así que creo que la clave es usar todos estos criterios simultáneamente.
Creo que la matriz para entender América debe ser, de hecho, la influencia tanto de las culturas europeas como de las originarias en los estados modernos. Por ejemplo, las diferencias coloniales entre España y UK son palpables: en las ex-colonias británicas no queda nada de ADN originario, frente a las ex-colonias españolas, en las que queda mucho más. También hay palpables diferencias entre los estados mesoamericanos y los andinos, por ejemplo, dado que sus culturas originarias tienen características muy distintas.
En definitiva, creo que la división de América es ambigua por su propia naturaleza (y porque, realmente, poner fronteras, en cualquier sitio, es siempre ambiguo), aunque si tuviera que inclinarme por algo, diría que la mejor división es considerar Latinoamérica a partir de México (o más concretamente, a partir del Río Grande), incluyendo al Caribe y toda Sudamérica. No obstante, hay casos como México y USA que en algunos contextos son latinoamericanos y en otros son norteamericanos, y eso es lo más importantes: las fronteras nunca son claras e incuestionables, y creer eso es un gran error.