El CIS siempre despierta expectación, pero nunca como en esta ocasión había levantado tanta. ¿Por qué?
La encuesta sobre intención de voto del Centro de Investigaciones sociológicas es la más importante de España, porque la realiza un organismo público, es la que cuenta con una muestra mayor y (se supone) con una mejor metodología, con una cocina más depurada, y porque… porque su difusión en prensa es muy superior a la de todas las demás juntas. En general, mientras las otras encuestas son difundidas solo por el medio que las encarga, por webs especializadas como esta, son comentadas en Twitter y poco más, el CIS goza de presencia en todos los medios y es objeto de sesudos análisis que ocupan a los politólogos, tertulianos y demás expertos durante días.
En definitiva, el CIS es importante porque cala en la opinión pública mucho más que ninguna otra encuesta.
¿Y qué ocurre en esta ocasión para que esté levantando tanta expectación, cuando faltan aún muchos días para su publicación?
Lo que ocurre es que en las últimas semanas se han publicado varias encuestas que colocan al PP con un porcentaje de voto inferior al del PSOE, o al de Ciudadanos, o al de ambos a la vez. Por primera vez en muchos años no resulta absurdo imaginar a un Partido Popular relegado a la tercera plaza (y, por cierto, Unidos Podemos, que marcha cuarto según las encuestas, no está tan lejos).
Metroscopia, Simple Lógica, y GAD3 han calentado el ambiente, y ya hay unos (pocos) millones de votantes que están al cabo de al calle de la nueva situación. Pero muchos otros, quizás la mayoría, los que no están tan interesados con la política, no saben nada de todo esto.
Ahora bien, el día 2 de febrero, o el 5, o el 8 (no se ha hecho pública aún la fecha exacta) llega el plato fuerte. Llega el CIS y todo el mundo hablará de él. No importará, entonces, que su toma de datos sea anterior a la de las tres encuestas mencionadas anteriormente. No importará que nazca desfasado, que las entrevistas se hicieran al mismo tiempo que vinieron los Reyes Magos: para la mayor parte de la prensa y para casi todos los que oigan, vean o lean lo que se comente sobre él, el CIS será la verdad, toda la verdad de primeros de febrero.
Por eso lo que diga el CIS será tan importante: porque si los votantes tienen la sensación de que el partido ganador va a ser otro, de que las fuerzas se reparten de otra manera, acabarán creyéndoselo, interiorizándolo y, finalmente, votando en consecuencia. Es bien sabido que la difusión de las profecías ayuda a que se cumplan: el votante premia a quien percibe como ganador, y este efecto puede llegar a ser muy fuerte. Es algo que ya vimos, por ejemplo, en las elecciones del 26-J, favoreciendo al PP. Pero para que ese efecto se produzca no valen ni Metroscopias ni historias: solo el CIS alcanza realmente a la opinión pública, sobre todo a los sectores sociales más despegados y menos politizados. Y estos son los que son los que, finalmente, hacen que se ganen o pierdan unas elecciones.
Por eso la semana que viene va a ser de infarto. Mientras mira con el rabillo del ojo el lío catalán e intenta no meter (demasiado) la pata con él, nuestros políticos esperarán el titular que traiga el CIS. Y todo será cuestión, probablemente, de unas décimas: las que separarán a Ciudadanos del primer puesto o le auparán a él, las que colocarán al PP en el tercer lugar o en el primero, las que llevarán al PSOE a la cima o a la sima.
Los titulares, el día que se publique el CIS, no entenderán de matices ni de márgenes de error. Serán contundentes y definitivos: elevarán a unos a la gloria y hundirán a otros en en la miseria. Así funcionan las cosas.
Por eso este va a ser el CIS más importante en muchos años. Por eso hay rumores sobre la existencia de presiones para adelantar su publicación, para retrasarla, para… para lo que sea. Algunos sugieren que se intentará que los efectos de la encuesta se diluyan con la sesión del investidura en el Parlament, pero otros dicen que precisamente se intentará que se aleje de ella lo más posible. En todo caso, se publique cuando se publique, será un CIS envenenado, que si viene con titulares novedosos calará en la opinión pública.
El Partido Popular se juega, en unas décimas de un porcentaje de voto, su futuro como fuerza hegemónica. No sabemos si el CIS acudirá a su rescate o certificará su cuesta abajo definifiva. Esa es, en definitiva, la cuestión. Pocas veces tanta expectación y tanta presión se habían concentrado en unas fechas y unos porcentajes tan concretos. El desenlace lo veremos publicado a finales de la semana que viene, o durante la siguiente, o quizás se retrase aún más. Nadie lo sabe aún precisamente porque hay demasiado en juego.
@josesalver
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