La detención del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, en el marco de una operación anticorrupción que afecta a asuntos y personas muy significativas del Partido Popular, e incluso llega hasta otras relacionadas con la prensa (Francisco Marhuenda, director del diario La Razón) pone de nuevo sobre el tapete hasta qué punto la corrupción está amortizada como asunto electoral, o si puede aún hacer daño a los de Rajoy.
Se dice en ocasiones, medio en broma medio en serio, que cada nuevo asunto de corrupción destapado o que llega a los tribunales significa un millón de votos más para el partido. Más allá de la exageración, lo cierto es que el electorado de los populares es el más consolidado, más fiel, y el menos dado, de momento, a dejarse llevar por impulsos a la hora de decidir votar a otros o, al menos, abstenerse.
No obstante, en los últimos meses el PP ha padecido en las encuestas una cierta debilidad, después de que tras el 26-J, incluso subiera claramente un poco más, alcanzando en algunos casos el 36 ó 37% de estimación de voto. Hoy por hoy, sin embargo, y a la espera de saber en qué medida las últimas noticias le afectan, el PP parece pivotar entre el 30 y el 32% de los sufragios, y con tendencia a la baja.
¿Será quizás que el continuo goteo de casos está acabando por afectarle? ¿O tendrán razón quienes dicen que el elector de este partido, por edad, por recelo ante otros o por costumbre, jamás lo abandonará?
Las encuestas que se publiquen en las próximas semanas no nos darán la respuesta definitiva, pero quizás nos ofrezcan algunas pistas al respecto.
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