El domingo tendremos elecciones en España y las encuestas se han pasado los dos últimos meses diciéndonos prácticamente lo mismo sobre el resultado. Con variaciones mínimas, todas han coincidido.
Si embargo, lo que las encuestas no pueden prever es la llegada de cisnes negros. El día 11 de marzo de 2004, tres antes de las elecciones de aquel año, un atentado terrorista marcó las votaciones que se celebraron, pero aún hoy se discute en qué medida influyeron. En otras ocasiones ha habido hechos sorprendentes en plena campaña electoral, aunque no tan graves.
¿Va a suponer el Brexit algo parecido?
Es tentador pensar que sí influirá. Al fin y al cabo se produce también a tres días de las elecciones, en el momento justo en que las encuestas ya no pueden medir sus efectos. Ni siquiera las cuentas andorranas llegarán a tiempo de calibrar en su justa medida qué consecuencias tendrá.
Es posible que el efecto psicológico ayude a la polarización. Los conservadores, movidos por el miedo, afianzarán su voto, como siempre ocurre en las situaciones en que la gente tiene que parapetarse frente a amenazas: se recurre a lo conocido, se huye de lo nuevo. Por el otro lado, los partidarios de la reforma más profunda del sistema, pueden ver confirmada su idea de que «sí se puede» ganar desde las urnas y cambiar las cosas. El Brexit puede ayudarles a afianzar su apuesta por cambios reales en lugar de lo que consideran «recambios» cosméticos de C’s o incluso el PSOE.
Si es así, PP y UP pueden salir beneficiados. No parece, en cambio, que el Brexit pueda movilizar a los electores de los dos partidos centrales, pero nunca se sabe. Salvo que el miedo aporte votos al PSOE y se los reste a UP.
De todas formas, el comportamiento de los electores en los últimos días es siempre un misterio. Los indecisos son los que inclinan las balanzas, y ahora, en España, acaba de entrar en el juego un nuevo factor. Hoy y mañana se hablará mucho del Brexit, y nadie dispone de una varita mágica para saber cómo podrá influir en el voto de los indecisos, si es que lo hace. ¿Vencerá el voto más conservador, lo harán las ganas de un cambio profundo, o, por el contrario, saldrá favorecida la apuesta por un pacto más «centrado»?
El domingo, la respuesta.
Esto se lo he dicho a alguien como respuesta pero creo que merece que esté en un comentario propio:
GB es un estado en decadencia post-imperial, más tardía que la española pero quizá más agitada en un momento dado. GB ha votado en plan de recuperar los laureles de un pasado "long gone" para intentar dormirse en ellos, pero no van a encontrar comodidad alguna en esa elección. Ni Europa es ya el epicentro del mundo, como podía aún serlo hace un siglo, ni Gran Bretaña tiene espacio para sobrevivir fuera de la integración europea (como tampoco lo tiene España, ni Alemania, ni nadie en el continente excepto Rusia quizá, que tiene colonias en Siberia, mercados alternativos en China y un arsenal nuclear como para enfrentarse a las superpotencias de tú a tú). Quienes han votado Brexit, han votado nostalgia de algo que no puede volver, exactamente como los que voten ultraderecha en Francia, Holanda u otros países. La salida a los problemas, a la gran crisis, no está ahí, sino en el socialismo confederal europeo, algo que, por desgracia la UE no puede ofrecer sin cambios muy radicales.
Brexit, Le Pen, etc. son síntomas de la decadencia imperial Europea, ya muy avanzada. No son soluciones: la solución es socialismo europeo.