Ayer los medios nos sorprendía con la noticia. Conforme avanzaba el día, el precio del petróleo se iba desplomando y desplomando… Primero eran veinte dólares, luego quince, luego diez, luego… cero, y finalmente, precios “negativos”.
En algún momento, llegó a pagarse por el futuro a mayo WTI cantidades asombrosas de -30$ e incluso inferiores: es decir, quienes se habían comprometido a comprar barriles en mayo, pagaban y mucho por deshacerse de ese “derecho”.
Porque eso y no otra cosa es lo que se puso en evidencia ayer: que, a corto plazo, tener petróleo no es un valor sino un problema. Los productores tienen exceso de capacidad instalada en relación a la escasísima demanda existente, no pueden parar de producir del todo porque sus instalaciones extractoras soportarían unos costes enormes de cierre y reapertura, pero su capacidad de almacenaje está al límite.
Uno no puede despachar miles de barriles de petróleo como quien tira por el desagüe unas cuantas garrafas de agua: el petróleo es contaminante, y su almacenamiento genera costes. Por eso los contratos a futuro para mayo han llegado a “valer” en negativo. Nadie quiere petróleo a corto plazo.
No obstante, pongamos las cosas en su contexto. El contrato de futuro para junio, de momento, aguanta y apenas bajó unos pocos dólares ayer. Eso significa que los compradores esperan que para entonces se pueda ir colocando ya algo de la mercancía, aunque sea a precios de saldo (alrededor de 20 dólares por barril).
La noticia de ayer sobre los “precios negativos” del petróleo, salvo que la cosa se agrave, no pasará de ser una anécdota, pero pone de manifiesto una realidad mucho más peliaguda:
- Primero, que toda la economía mundial se ha estado basando en unos parámetros que esta crisis se lleva por los aires a toda velocidad. Cuando salgamos de ella sectores enteros estarán al borde de la desaparición, con precios desplomados, mientras que otros cobrarán peso viniendo casi de la nada.
- Segundo, que en concreto el petróleo ha bajado, en precios al contado, de 60 dólares el barril a 20 en apenas dos meses, quedando sus precios casi por debajo de los costes de producción en muchos países productores. ¿Qué será de la economía de esos países ahora?
- Tercero, que el peligro de la deflación ya está aquí, y plantea cuestiones serias como por ejemplo si es una buena idea suscribir deuda perpetua, como se sugiere en Europa, que, en un contexto de bajadas de precios, podría hacer a los países deudores ( o al conjunto de la Unión Europea) cada vez más pobres, al tener que soportar el pago de unos intereses progresivamente más onerosos en un contexto de bajadas de precios.
- Cuarto, a nivel local, que la situación de las estaciones de servicio en España, abiertas durante muchas horas cuando la demanda es mínima, se hace insostenible, y deberá regularse su apertura limitada por zonas o una restricción severa de horarios.
- Y quinto, que el foco poco a poco va desplazándose de la enfermedad a las noticias económicas. Y eso, que es una gran noticia porque significa que vamos superando lo peor, abre sin embargo inquietantes cuestiones sobre cómo gestionaremos el futuro.
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