La crisis del COVID-19 nos ha supuesto, para muchos países del mundo, un antes y un después.
Por un lado tenemos las dramáticas consecuencias de salud pública que algunos estados están padeciendo, con los sistemas sanitarios de determinadas regiones al borde del colapso. Además hay que sumar el sufrimiento de los enfermos y los familiares de los fallecidos. Por si esto fuera poco, un confinamiento afecta a más de un tercio de la población mundial, sin duda algo impensable hace tan solo tres meses.
Pero el COVID-19 supone también una fuerte crisis financiera. La actividad productiva de medio mundo está próxima a paralizarse, los Gobiernos de decenas de países activan planes de emergencia con medidas de contingencia económico-social inauditas en occidente.
El llamamiento de países como Italia o España a la Comunidad Internacional para pedir ayuda está recibiendo respuestas desiguales. Países como Cuba, China, Rusia, India, Brasil o Venezuela respondían a la primera llamada.
La respuesta de la Unión Europea
El llamamiento que hizo Italia a los países miembros de la Unión para que le prestaran ayuda, si bien fue escuchado desde el primer momento, no obtuvo la respuesta que desde la República italiana esperaban.
La UE ha dicho que en un plazo de dos semanas espera recibir material sanitario suficiente para que sus miembros no estén desabastecidos, si bien pese a su movilización de recursos, varios de sus miembros paralizaron las exportaciones de este material por si lo necesitasen en el futuro. Esto contrasta con el envío rápido de ayuda de terceros países.
Desde hace semanas, los Ministros de economía y finanzas de los países miembros de la UE se han reunido para intentar articular una respuesta común y, sobre todo, preparar medidas de estímulo de la economía para minimizar el impacto de la crisis financiera posterior a la sanitaria.
En este contexto, la división se hacía evidente en el seno del eurogrupo, ya que mientras España e Italia abanderaban la propuesta de la emisión de deuda a título europeo o un ‘plan Marshall’ de estímulo comunitario, otros como Austia o Alemania preferían que los países con dificultades para financiarse, si las tuvieran, recurrieran a los fondos europeos de rescate.
Dos ‘bandos’ claramente diferenciados
Hace pocos días, España e Italia se ‘levantaban de la mesa’ de la UE tras más de seis horas de videoconferencia de sus Primeros Ministros intentando buscar soluciones comunes. La cohesión europea, ya frágil en los últimos años, saltaba por los aires.
España, Italia, Portugal, Irlanda, Francia, Eslovenia, Luxemburgo y Bruselas remitieron una carta al Consejo Europeo en la que instaban a sus socios a adpotar medidas de solidaridad y dar una respuesta en bloque a las necesidades de los países miembros.
Por otro lado, los Ministros de finanzas del ‘bando escéptico’ (capitaneado por Países Bajos, Alemania, Austria y Finlandia) remarcaban que existe un fondo europeo para ayudar con la financiación de los países en dificultades y aludían a su buena situación financiera y los ‘deberes realizados’ para justificar la no emisión de eurobonos. La Primera Ministra de Finlandia remarcaba que “cada país es responsable de su política económica. Así lo hizo Finlandia y entiendo que lo hará también el resto”.
Una ‘guerra’ interna
En su comparecencia de esta tarde, Pedro Sánchez ha hecho un llamamiento a la UE de forma directa, llegando a decir que “Europa debe responder, y de igual forma que los españoles, con su voto, hemos protegido a lo largo de la historia a los ciudadanos europeos, ahora la UE debe proteger al conjunto de sus ciudadanos. Es la hora de que Europa actúe, necesitamos pruebas de compromiso real de la UE”.
El Presidente de Francia, Macron, declaraba hoy en una entrevista a medios europeos: “Pido solidaridad a la UE. Italianos, estamos aprendiendo de vosotros. Si Europa no actúa, podría suponer su muerte“. De igual manera, el Presidente de la República de Italia se unía a sus palabras y pedía directamente a Europa que aprendiera de los errores de 2008.
Por su parte, el Primer Ministro portugués ha sacado la cara en las últimas horas por España, tachando de “repugnante” la postura del Primer Ministro neerlandés, mientras que éste se reafirmaba en que si España o Italia tienen problemas financieros, pueden pedir un rescate a la UE.
Todos teníamos claro que el COVID-19 iba a revolucionar muchos aspectos de la sociedad, pero lo que nadie fue capaz de anticipar es que podría llevarse por delante proyectos como el europeo. Ya no es descartable…
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