El Acuerdo de Viernes Santo, también conocido como Acuerdo de Belfast o Acuerdo de Paz de Irlanda del Norte, fue firmado tal día como hoy hace 25 años, el 10 de abril de 1998, y puso fin a tres décadas de conflicto armado en el territorio, un choque que dejó más de 3.500 muertos y miles de heridos.
El conflicto en Irlanda del Norte se remonta a la división de Irlanda en 1921, cuando la mayoría protestante del noreste de la isla decidió permanecer como parte del Reino Unido, mientras que la mayoría católica del resto del país obtuvo la independencia como la República de Irlanda. Esta división política se tradujo en tensiones y violencia en el norte de Irlanda, donde la población católica (nacionalistas) y la población protestante (unionistas) vivía enfrentada y segregada.
En la década de 1960, la situación empeoró, con la creciente discriminación y violencia contra la comunidad católica por parte de grupos paramilitares protestantes, como el Ulster Volunteer Force (UVF) y la Fuerza de Defensa del Úlster (UDF). En el lado opuesto, grupos paramilitares católicos, como el Ejército Republicano Irlandés (IRA), comenzaron una campaña de terrorismo y guerrilla contra la comunidad protestante para lograr la unificación de Irlanda.
El conflicto se intensificó durante los años 70 y 80, con bombas, asesinatos y enfrentamientos violentos que afectaron a la población civil y causaron dolor y sufrimiento en ambos lados. Los gobiernos británico e irlandés intentaron sin éxito resolver el conflicto a través de negociaciones y acuerdos políticos, mientras que las fuerzas de seguridad británicas intensificaron su presencia en el norte de Irlanda para combatir la violencia.
Sin embargo, en la década de 1990, las conversaciones de paz comenzaron a tomar forma, y el Acuerdo de Viernes Santo fue el resultado de años de negociaciones intensas y compromisos difíciles por parte de todas las partes involucradas.
El acuerdo, que consta de más de 60 páginas, establece una serie de medidas para garantizar la paz y la estabilidad en Irlanda del Norte. Estos incluyen:
- La creación de un gobierno autónomo en Irlanda del Norte, con poderes compartidos entre partidos políticos representativos de la comunidad católica y protestante.
- La disposición de que Irlanda del Norte siga siendo parte del Reino Unido, a menos que una mayoría de los ciudadanos en la región vote a favor de la unificación con la República de Irlanda.
- La desmilitarización de la zona, con la retirada gradual de las fuerzas militares británicas y la eliminación de controles de seguridad y puestos de control en las carreteras.
- La liberación de prisioneros políticos, tanto del IRA como de los grupos paramilitares protestantes, como un gesto de buena voluntad y reconciliación.
- La creación de una comisión independiente para investigar los casos de personas desaparecidas durante el conflicto, y la puesta en marcha de un programa de reconocimiento de las víctimas.
Además, dicho acuerdo hacía hincapié en varios aspectos específicos para intentar evitar la vuelta del conflicto armado, que abarcaban distintos ámbitos:
- Creación de un gobierno autónomo para Irlanda del Norte: Se estableció un gobierno autónomo para Irlanda del Norte, compuesto por representantes de los partidos políticos de la región.
- Reforma policial: Se estableció una comisión independiente para supervisar la reforma de la Policía del Ulster (PSNI), con el objetivo de hacerla más inclusiva y representativa de la comunidad en general.
- Eliminación de la discriminación: Se estableció una Comisión de Igualdad para abordar la discriminación en el empleo, la vivienda y otros ámbitos. Además, se estableció una Comisión de Derechos Humanos para proteger y promover los derechos humanos en Irlanda del Norte.
- Desarme de los grupos paramilitares: Se acordó que los grupos paramilitares debían entregar sus armas y cesar sus actividades violentas. Se estableció una Comisión Independiente de Desarme para supervisar el proceso.
- Segregación escolar: Se acordó abordar la segregación en las escuelas de Irlanda del Norte y promover la integración de las comunidades.
- Liberación de prisioneros: Se acordó la liberación de prisioneros relacionados con el conflicto, siempre y cuando cumplieran con ciertas condiciones y no representaran una amenaza para la seguridad.
- Relaciones norte-sur: Se acordó fortalecer las relaciones entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, incluyendo la creación de un Consejo Ministerial de Norte-Sur.
- Relaciones este-oeste: Se acordó fomentar las relaciones entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, incluyendo la creación de un Consejo Ministerial de Este-Oeste.
El Acuerdo de Viernes Santo fue ampliamente celebrado como un logro histórico, que puso fin a tres décadas de violencia en Irlanda del Norte. Sin embargo, el proceso de implementación del acuerdo no fue sencillo y no estuvo exento de obstáculos y desafíos.
Uno de los mayores desafíos fue el hecho de que algunos grupos paramilitares, especialmente el IRA, no renunciaron completamente a la violencia de inmediato. Además, hubo tensiones y disputas entre los partidos políticos en el gobierno autónomo, lo que dificultó la implementación de medidas importantes, como la reforma policial y la reducción de la segregación en las escuelas.
A pesar de estos desafíos, el acuerdo ha resistido la prueba del tiempo y ha contribuido en gran medida a la mejora de la situación en Irlanda del Norte. Desde la firma del acuerdo, ha habido una disminución significativa de la violencia y la delincuencia relacionada con el conflicto, y se ha producido un aumento en la inversión y el turismo en la región.
El Acuerdo de Viernes Santo también ha tenido un impacto más amplio en la política y las relaciones internacionales. Ha servido como modelo para otros conflictos en todo el mundo, y ha demostrado que la negociación y el compromiso son posibles, incluso en situaciones muy difíciles.
Una región en constante cambio
Irlanda del Norte ha experimentado grandes cambios en este cuarto de siglo. En los últimos años la población católica ha ido en aumento y ya superaría en número a la protestante.
A su vez, el Sinn Féin (republicanismo y nacionalismo irlandés, considerado el partido político que encauza por la vía democrática las demandas del IRA) ha experimentado un gran aumento en sus apoyos, convirtiéndose en primera fuerza en las últimas elecciones y ha experimentado el bloqueo de los unionistas para la conformación de un ejecutivo estable.
Los sondeos para las próximas elecciones apuntan a una nueva victoria de los nacionalistas, cuyo bloque avanza pero se sitúa muy cercano al de los unionistas.
La promesa del Sinn Féin de celebrar un referéndum para la reunificación en los próximos años supone un reto en la política local, pues podría tensionar más las difíciles relaciones entre ambos bloques. Se estima que con el aumento de los católicos junto a las condiciones post-Brexit, en unos años dicha posición podría convertirse en mayoritaria y dar lugar a un intento de segregación de Reino Unido.
Las encuestas que han preguntado por esta cuestión han mostrado un creciente apoyo a la reunificación, especialmente entre los más jóvenes.
Sin duda, Irlanda del Norte seguirá siendo una de las regiones del mundo con una actividad política más convulsa en las próximas décadas.
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