Este domingo se celebrarán las elecciones generales en Austria, tras el llamado caso Ibiza, que provocó hace tres meses la caída del gobierno, al difundirse vídeos comprometidos que implicaban al vicecanciller del país y miembro del Partido ultraderechista FPÖ.
Hasta ese momento, la coalición gubernamental estaba formada por el partido del Canciller Sebastian Kurz (ÖVP- Partido Popular), y por el propio FPÖ.
Pasan los días, las elecciones se acercan, y las perspectivas se mantienen con pocos cambios desde hace tiempo. Se mantiene la fuerte primacía de la derecha en el país, aunque con algunos cambios significativos: Kurz podría tener la opción, tras los comicios, de prescindir de los apoyos del FPÖ para formar gobierno, aunque los ultranacionalistas conservan una expectativa de voto del 20%.
Más a la izquierda, los verdes, que en las anteriores elecciones quedaron fuera del Parlamento (no alcanzaron el umbral mínimo del 4% de los votos), en esta ocasión superarán ampliamente esa cota, y siguen subiendo mes tras mes, aunque quedan muy lejos aún de los socialdemócratas, que no tienen ni siquiera claro que acaben superando al FPÖ.
Tanto los liberales de Neos como los verdes se configuran como alternativas a la hora de conseguir nuevas mayorías, sin que incluso pueda descartarse una gran coalición de populares y socialdemócratas, si fuera necesaria. Un par de puntos para un lado u otro decidirán el rumbo de la política austríaca, en la que lo único que parece decidido hoy por hoy es que el principal pilar del gobierno seguirá siendo el Partido Popular.
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