La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, ha propuesto lo que llama un Pacto de Estado para la conciliación y racionalización de horarios. Entre otras cosas quiere que «la jornada laboral en España, con carácter general, acabe a las 18.00 horas«.
Además trabajará para implantar una fórmula de capitalización individual para cada trabajador, que recuerda a la «mochila austríaca» propuesta por Ciudadanos, y ha anunciado la puesta en marcha de una «tarjeta social» personalizada que detalle las prestaciones públicas a las que puede acceder cada persona.
Se primará también la puesta en marcha de teletrabajo y la posibilidad de disponer de una «bolsa de horas» para que los trabajadores puedan utilizarlas en sus asuntos propios, como ya ocurre en algunos sectores y la función pública. Se propone también un aumento de las semanas concedidas en el permiso de paternidad, para acercarlo o equipararlo al de maternidad.
Esta batería de medidas se pretenden implantar mediante acuerdo con los demás grupos, para que el desajuste que existe con los horarios de otros países disminuya, y se facilite así la conciliación de la vida laboral y personal.
En último término, se abre incluso la posibilidad de cambiar el huso horario, es decir, retrasar con carácter general nuestro reloj en una hora, para adecuarlo a la realidad solar y que el mediodía vuelva a estar cercano a las 12:00, y no a las 14:00 como, de hecho, sucede actualmente en muchos lugares de España.
Las propuestas de regularización horaria son habituales en nuestro país, y hasta ahora se han saldado con rotundos fracasos, porque chocan con costumbres arraigadas, en especial con el dilatado período dedicado en nuestro país a la pausa para el almuerzo, la conocida tendencia laboral consistente en «calentar silla», la extensión de la realización de horas extraordinarias irregulares no remuneradas, y la prolongación por las tardes de las horas de sol, sobre todo en el verano, muy apreciada por los españoles.
El debate, no obstante, está ahí, y veremos si en esta ocasión se consigue avanzar. Un ejemplo de intentos interesantes es la propuesta que, con un nivel de detalle mayor, se ha formulado hace tiempo en Catalunya:
Por cierto, por si aun no ha quedado claro. No le tengo miedo a nada ni a nadie. No me calla la boca ni dios. Digo lo que pienso desde que nací. Eso para mi es la libertad. Los podemitas intolerantes, los nazis, los comunistas, los inquisidores y los payasos en general me la pelan. Los baneos también, todo es temporal en edte puto mundo de esclavos que me ha tocado sufrir. Aquí estoy para decir lo que no quereis oir.
No tengo ni dios, mi lider ni rey, ni dueño. Al que le joda, que se joda.
Un beso a todos, y sonre todo a todas.