El 26 de junio de 2016, los británicos sorprendieron al mundo votando su salida de la Unión Europea, en un referéndum convocado por David Cameron con la única idea de ganarlo y reforzarse, sin preparación ni planificación, y sin especificar ni las condiciones en las que la salida de la U.E. se produciría, ni la posibilidad de replanteo, ni mayorías reforzadas de ningún tipo.
El resultado ha sido una deriva de más de tres años en las que se han sucedido diversos intentos de acuerdo de salida, alcanzados con la Unión Europea, pero que luego han fracasado en el interior del país, y una profunda crisis institucional.
Finalmente, el hartazgo de la sociedad se plasmó en las elecciones de diciembre de 2019, en las que los británicos concedieron a Boris Johnson (Partido Conservador), una amplia mayoría absoluta, con el encargo expreso de acabar de una vez.
Mes y medio después, el mandato del Brexit por fin se llevará a cabo el 31 de enero de 2020, y, de paso, Johnson está siendo premiado con un apoyo popular aún mayor que el que logró entonces. El Partido Liberal Demócrata, destacado europeísta, está a la búsqueda de nuevo líder tras su fracaso en las urnas, y los laboristas puede que acaben pronto haciendo lo mismo.
Johnson tiene por delante al menos cuatro años plácidos en cuanto a apoyo parlamentario, pero con unos retos impresionantes. El primero de ellos, abordar con éxito el período transitorio para la salida, que se desarrollará a lo largo de este año. El segundo, intentar sendos acuerdos de comercio y cooperación en diversas áreas (con la propia U.E. y con los Estados Unidos) que sellen la vinculación del país con el resto del mundo, y minimicen los posibles efectos negativos del Brexit.
Si por Johnson fuera, probablemente pondría en primer lugar el tratado con los americanos, con quienes tiene mucha más sintonía que con los burócratas europeos. Pero la realidad es que las costas de Francia siguen estando a menos de 40 kilómetros de distancia, mientras que las estadounidenses se encuentran a casi 5.000.
Ese difícil equilibrio entre el corazón transocenánico y la realidad geográfica será la clave del éxito o del fracaso futuros de Johnson.
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