Todo comenzó la mañana del sábado con un tuit de Pablo Echenique en el que reprochaba al periodista Vicente Vallés una presunta posición favorable hacia “las cloacas”, y su “sarpullido” hacia el hecho de que Unidas Podemos esté en el gobierno.
Enseguida, algunos señalados periodistas de izquierdas reprocharon a Echenique su actitud:
A continuación las redes se han llenado de mensajes cruzados en defensa y en contra del periodista y del político, que se han extendido también a críticas a quienes apoyan a uno y otro. Los hashtag #YoSoyVicenteValles y #Cloaquin, el primero favorable y el segundo contrario al periodista, dominan ahora el debate. Se recrimina a Vallés airear de manera deformada el “caso Dina”, silenciar los hechos relevantes positivos de Podemos, y cargar indiscriminadamente contra la gestión del gobierno en el coronavirus. En el bando contrario se sitúan quienes creen que la libertad de prensa está por encima de estos reproches, y atacar a un periodista es atacar la base misma de esa libertad.
En el trasfondo continúa la discusión de siempre: hasta dónde llega la libertad de prensa, cómo diferenciar información de opinión, cómo presentarlas para que no haya equívocos, y en qué medida los políticos tienen derecho a quejarse cuando se sienten atacados injustamente, o bien deben asumir las críticas porque, gusten o no, son algo inherente a su posición pública.
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