La población cubana está llamada a las urnas este domingo para votar en referéndum la aprobación del llamado Código de las Familias, un paquete legislativo que prevé la aprobación del matrimonio homosexual, la gestación subrogada y la adopción por parte de parejas del mismo sexo y que ha contado con la oposición de la Conferencia Episcopal de la isla.
Si bien este conjunto de medidas estaban previstas para incluirse en la Constitución aprobada en 2019, el Gobierno decidió dejarlo fuera ante el temor de que las medidas sobre el matrimonio homosexual y la adopción pudieran generar rechazo en la población y, por tanto, no se diera ‘luz verde’ a la nueva Carta Magna.
Así pues, tras la aprobación de la Constitución, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, mandó comenzar la redacción de este nuevo Código de las Familias que normalmente fue aprobado por la Asamblea Nacional a mediados de julio y visto para ser sometido a referéndum.
Ya en aquel momento el ministro de Justicia, Óscar Silvera, denió le paquete legislativo como una propuesta “para todos y para el benecio de todos” que “no regula modelos familiares rígidos ni preestablecidos”, sino que “atiende a las características y situaciones de cada persona”.
Por tanto, el Legislativo espera ahora que la población termine de dar el visto bueno a un texto que prevé sustituir el actual, que data de 1975, con la aprobación del ya citado matrimonio homosexual, adopción entre parejas del mismo sexo y gestación subrogada, si bien es cierto que incluye más reformas.
Entre estas destaca el reconocimiento de sectores poblacionales más vulnerables, la lucha contra la violencia intrafamiliar, la garantía de los derechos de personas mayores y la defensa del derecho de todas las personas a fundar una familia.
CAMPAÑA POR EL ‘SÍ’
La aprobación del Código de las Familias se ha tornado como la principal obsesión de los sectores ocialistas que, liderados por el propio Díaz-Canel, han lanzado una intensa campaña en redes sociales para promover el voto a favor del proyecto bajo el lema ‘Código, sí’ e incluso se ha referido a la jornada como “un día de esta para Cuba”.
El presidente cubano se ha referido a la propuesta legislativa como “la esperanza de miles de personas marcadas por dolorosas historias de exclusión y silencio”, a la par que ha remarcado la importancia de que los menores estén “acompañados en el desarrollo de su personalidad”.
“Cada familia es un camino particular, único, irrepetible, como irrepetible es cada persona. Las familias son expresión del más delicado tejido social. Son como la patria, nos dotan de identidad, civismo, solidaridad, respeto y altruismo”, ha defendido Díaz-Canel en sus redes sociales.
Desde el Ministerio de Exteriores se ha ensalzado el Código de las Familias como “una de las normas de mayor trascendencia para la vida social de la nación” y una propuesta legislativa que “multiplica afectos y suma derechos” en base a los principios y valores de la Constitución.
Aunque el referéndum arranca el domingo en la isla, la votación ya ha concluido en el extranjero, donde, según cifras ociales, más de 22.000 personas –incluidos diplomáticos y aquellos que “por razones ociales” se encuentran en el exterior– ya han ejercido su derecho a voto.
LA IGLESIA, PRINCIPAL OPOSITOR
Uno de los principales grupos detractores de la renovación del Código de las Familias ha sido la Iglesia cubana, que incluso ha llegado a adherirse a unas declaraciones atribuidas al líder
independentista cubano José Martí en las que denía el “amor” como “la adhesión ardorosa e incondicional que un individuo de un sexo siente respecto a un individuo del otro”.
En este sentido, la Iglesia ha defendido que el matrimonio entre hombre y mujer es “natural” y no puede ser “desplazado o deformado” para dejar paso a otras fórmulas legales pues “el plan originario del creador es este”.
Los obispos cubanos lanzaron a mediados de septiembre un comunicado en el que recogían sus discrepancias con el proyecto legislativo pues consideran que la introducción de la “ideología de género” no es beneciosa para las familias, al igual que apuntan como negativa la posibilidad de que los menores puedan asumir su identidad de género.
Respecto a la adopción entre parejas del mismo sexo, la Iglesia denuncia que esto contraviene “lo que por naturaleza le corresponde y necesita” un menor: “un padre y una madre”. “Todo hijo es un don y un n en sí mismo; es un derecho del niño tener un papá y una mamá”. En la misma línea, han cargado también en contra de la gestación subrogada al no considerarla ética.
Pese a esto, los obispos cubanos sí consideran positivo aspectos como el rechazo a la violencia intrafamiliar, la defensa de los derechos y el cuidado de la población más mayor y de aquellos con discapacidad. Asimismo han ensalzado la protección de la infancia y de las mujeres embarazadas.
“Esto, sin embargo, no puede hacer que se pasen por alto los cuestionamientos, críticas, rechazos de un sector importante de la sociedad, los cuales se sustentan en legítimos principios, valores, las ciencias humanas y biológicas, nuestra historia, tradiciones y creencias religiosas de nuestro pueblo”, han señalado desde la Iglesia.
Por todo esto, la Conferencia Episcopal cubana ha hecho un llamamiento a “la conciencia y la responsabilidad” de la población cubana, ya sean creyentes o no, para que voten a conciencia no solo de las generaciones actuales, sino también de las futura. “Que María de la Caridad, nuestra madre y patrona, interceda por cada uno de sus hijos cubanos para que tomemos la decisión más acertada”, han concluido.
Otras voces críticas con el Gobierno, como el cantante Yotuel Romero o el dramaturgo Yunior García Aguilera, han cuestionado la votación y han abogado por la abstención, no tanto por su contenido, sino por el hecho de que las autoridades sometan a referéndum cuestiones “de sentido común”, mientras imponen el resto de decisiones en la isla.
De igual modo, el destacado opositor cubano Guillermo Fariñas ha llegado a asegurar que participar en la votación “es aceptar un fraude institucionalizado”, a la par que ha hecho campaña abierta por el ‘no’. “El Código de las Familias es una hipócrita maniobra de manipulación afectiva”, ha armado.
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