Uno de los mayores problemas sino el mayor de la región es el Campo de Cartagena. A diferencia de las extensas huertas de la tremendamente fértil (a pesar de estar también en grave riesgo de desertificación) llanura aluvial formada entorno al transcurso del Río Segura por sus cursos medio y bajo, o sea, las comarcas de la Vega Alta del Segura (con capital en Cieza), la Vega Media del Segura (con capital en mi ciudad, Molina de Segura), la Huerta de Murcia (con capital en la ciudad de Murcia) y la Vega Baja del Segura (con capital en Orihuela) exceptuando su área litoral formada por Torrevieja y sus municipios y pedanías vecinos (la cuál geográficamente no pertenece a la llanura aluvial de la Vega Baja del Segura sino que forma una continuación hacia el norte de la comarca del Mar Menor), el Campo de Cartagena históricamente ha sido un área de cultivos de secano no especialmente productiva ni mucho menos fértil. Desde finales del siglo XIX la economía de la zona había estado basada principalmente en la industria, especialmente la industria pesada, y en la minería, pero en los años ochenta, a raíz del dramático desmantelamiento de la industria local que trajo consigo la reconversión y de la llegada del agua del trasvase Tajo-Segura, el Campo de Cartagena y su estructura socioeconómica sufrió una igualmente dramática trasformación, sustituyendo los cultivos de secano por la tremendamente productiva región de horticultura intensiva de regadío que conocemos hoy en día (proceso que se dió en paralelo a la masificación del turismo de playa en la región que empezó entorno a una o dos décadas antes).
Como supongo que todos por aquí sabréis, es a raíz de esta trasformación del Campo de Cartagena que se empezaran a verter los residuos tóxicos que han destruido, de forma muy difícilmente reversible por desgracia, el ecosistema del Mar Menor, pero la cosa no acaba ahí. Otro gran problema derivado de esto es el agua. Mantener el regadío masivo en un área de secano tan extensa como es el Campo de Cartagena es simplemente insostenible, con trasvase Tajo-Segura o sin él. Si se hubiera mantenido al Campo de Cartagena como el área de cultivos de secano que era seguramente dicho trasvase no habría sido necesario en absoluto, ya que las fértiles huertas de regadío de la extensa llanura aluvial que baña las aguas del Segura es perfectamente sostenible sin él, tan solo con las aguas que nos trae el propio río. El regadío del Campo de Cartagena sin embargo supone una constante presión en los recursos hídricos de la península de tal monumental calibre que ni siquiera desviando ingentes cantidades de agua de los cauces del Segura y del Tajo hacia él es suficiente, es necesaria también la quimérica construcción de un trasvase Ebro-Segura que con toda seguridad nos llevaría a unos conflictos territoriales de tal magnitud que España se vería irremediablemente desgarrada (ya de por sí el trasvase Tajo-Segura y la tremenda degradación de los ecosistemas de amplias áreas de la cuenca hidrográfica del Tajo que trae consigo la insostenible presión sobre sus recursos hídricos que conlleva el trasvase es fuente de graves tensiones territoriales cuyo potencial para provocar devastadores enfrentamientos y crisis en la estructura socioadministrativa del estado no es para nada desdeñable, un hipotético trasvase Ebro-Segura ya supondría un estallido social de una magnitud como no vemos en España en como mínimo medio siglo).
El tercer gran problema derivado de la trasformación del Campo de Cartagena que se me ocurre a parte de la crisis medioambiental e hídrico-territorial, es la dramática y vertiginosa metamorfosis de la propia estructura social de la región que ha traído consigo a partir de finales de los 90 y especialmente principios de los 2000. A lo que me estoy refiriendo es a la importación en masa de inmigrantes magrebíes que llevan ya algo más de dos décadas realizando los terratenientes del Campo de Cartagena para matarlos a trabajar en el campo. Obviamente esta no es la única razón por la que hay tantos magrebíes en Murcia, en mi ciudad por ejemplo a pesar de estar situada en la Vega Media del Segura, dónde al igual que en el resto de la llanura aluvial del Segura se lleva muchísimo menos que en el Campo de Cartagena el modelo latifundista (cuándo veáis a los de VOX defendiendo a "los pobres granjeros cartageneros" de la izmierda asesina, ya sabéis que a quiénes se refieren es a los pudientes terratenientes latifundistas) y mucho más las pequeñas propiedades agrícolas llevadas por una familia que cultiva su propia huerta en la cuál tiene su casa, modelo por tanto que emplea mucho menos la explotación de mano de obra barata magrebí, y sin embargo aquí también hay una población magrebí muy sustancialmente mayor a la de la mayor parte del resto de España. Pero no hay color con la situación en lugares como Torre-Pacheco, municipio de 36.000 habitantes ubicado en medio del Campo de Cartagena y que forma su centro neurálgico y el de su actividad agraria y económica, y el cuál a raíz de las devastadores tensiones que ha traído consigo la dramática y vertiginosa trasformación de su estructura social producida por la exportación en masa de mano de obra barata magrebí se ha convertido en el mayor feudo de VOX en la región, con más del 38% de los votos en las últimas generales, o incluso en la propia ciudad de Cartagena, con un porcentaje de residentes magrebíes sustancialmente mayor al de Murcia capital (y consecuentemente y con una correlación tan exacta que no deja margen para la duda, un apoyo a VOX y su discurso racista sustancialmente mayor al que hay en Murcia capital). Ojo, que no se me malinterprete, no estoy diciendo que la amplia población magrebí que hemos adquirido aquí en Murcia en las últimas dos décadas sea en sí el problema, no, el problema es que por la irresponsabilidad, la avaricia y la ausencia de escrúpulos de los terratenientes latifundistas (que luego serán los que más votan a VOX de todos los muy hipócritas) se haya dado una trasformación de esta magnitud de la estructura social de la región a un ritmo tan vertiginoso y de una forma tan repentina que nuestra sociedad ha sido totalmente incapaz de asumir (lo cuál no exime de culpa a quiénes al no lograr adaptarse a dicha metamorfosis social caigan en inadmisibles conductas intolerantes, simplemente sirve para entender mejor el auge del fenómeno VOX tan particularmente desmedido en la región).
Urge un cambio de paradigma total en el modelo económico de la región y muy especialmente del Campo de Cartagena, dejando atrás la dependencia en el totalmente insostenible sistema de regadío del Campo de Cartagena y en el turismo low-cost de playa, dando marcha atrás al desmantelamiento de la industria murciana (muy especialmente la cartagenera) y transicionando hacia un modelo en el que sean clave las nuevas tecnologías, las energías renovables, la industria puntera y un turismo menos masificado (y por tanto más sostenible medioambientalmente y sobrellevable para la población local de las áreas más turísticas) y con menos énfasis en el modelo low-cost playero y más en turismo de mayor calidad, con el que saquemos más dinero por turista, y que trate por todos los medios de vender ante potenciales turistas y de revalorizar externamente nuestra oferta sociocultural, artística, paisajista y medioambiental (lo cuál conlleva dejar de destruir los ecosistemas de la región, empezar a llevar a cabo de forma efectiva la labor de preservación de nuestros parajes naturales que estos se merecen, y subir considerablemente los estándares de limpieza y cuidado por la estética y la conservación de nuestras áreas urbanas, muchas de las cuáles tristemente se encuentran en un estado que transmite más precariedad y negligencia administrativa que el potencial atractivo estético para el turismo que podría transmitir nuestro urbanismo). Todo esto pasa sí o sí por echar a la mafia genovesa, desmantelar su cortijo nepotista y sus emponzoñadas de corrupción sistémica y nocivas redes clientelares, e iniciar una nueva etapa para la región con un liderazgo político que deje de arrastrarnos al abismo. Uno puede soñar, no?
Solidaridad con todos los murcianos que luchan por un medio natural y un escupitajo en la cara, con moco verde, de los hoteleros murcianos que ofrecían fines de semanas gratis a los perros rabiosos que apalearon catalanes.