@elaisiem  No es que esté en desacuerdo, pero lo veo un poco más complejo. ¿Hasta qué punto, incluso por el mayor bien común, podemos colectivamente forzar a alguien en contra de su voluntad...? 

Esto ya es un debate de fondo.

@elaisiem "vivir en sociedad" es un concepto tan extenso que puede englobar hasta al hermitaño autogestionado al que un día visita un comercial despistado.

Que vamos, somos por naturaleza seres que nacemos en (y tendemos hacia la) sociedad, sin ningún control personal sobre en cuál nos desarrollamos (ni quienes son nuestros padres, de tenerlos; ni la responsabilidad que nuestros tutores ejerzan o dejen de ejercer sobre nosotros; ni sobre la cultura o religión o democracia o carencia de; ni si salgo de un potorro regio o de una probeta... vamos, ya por enumerar); y es aceptable que, aunque no tengamos ese control, asumamos nuestra posición en esa sociedad y busquemos una posición en la que nos encontremos mejor, porque igual la sociedad así lo espera; y, por todo esto (y lo que haya pensado y dejado en el tintero por obvio o asumido), aún siendo personas con libre poder de tomar decisiones tenemos que aceptar el límite de las mismas.

Todo esto lo expongo, claro, porque nacemos y desarrollamos en sociedad; aunque luego, por muchos recursos y esfuerzos de los que dispongas no hay alternativa al "vivir en sociedad"; porque incluso el astronauta que se encuentre en la estación del polo sur marciano estudiando ad aeternum las propiedades de la gyromitra cocida habrá llegado ahí de manera no-autónoma, dependerá de una institución (o grupo de personas cerrado, lo que sea pero no autónomamente), y por tanto estará supeditado a la pseudoarbitrariedad del "vivir el sociedad".

Aunque bueno, igual de la otra manera también puedo argumentar que una persona no puede "vivir en sociedad" de manera plena, que siempre tendrá una "libertad individual" aunque ni tenga consciencia de la misma (como no somos conscientes del duodeno) ni pretenda hacer uso de la misma. Me viene a la mente "La vida de Brian", el fragmento después de su discurso ante el gentío:

- ¡Todos somos diferentes!

- ¡Yo no!

Dejémoslo en, como dice Escreix, que es un debate un poco más complejo; al menos, más complejo que el batiburrillo de ideas azarosas que he ido soltando mientras el café hace su efecto (en breves entro a trabajar)