Hace unos días nos hacíamos eco de la situación actual de las vacunas para el covid-19. Uno de los proyectos que citábamos como más avanzados era el de la Universidad de Oxford. Pocos días después, el equipo que lo desarrolla acaba de comunicar nuevos avances en sus investigaciones.

La vacuna británica se está testando ya en humanos, en grupos cada vez más amplios, como manda el protocolo. Están en lo que técnicamente se llama «fase 1 a 2» (del total de 3 que llevan a la implantación general), y ya se ha testado en 1077 humanos sanos en edad de plenitud (18 a 55 años), con resultados muy buenos.

La vacuna consigue una respuesta inmune doble (anticuerpos y linfocitos T) que se prolonga al menos 56 días después de su administración. Se está incluso ya en fase de «segunda vacunación», a la que han accedido diez personas, que, en un balance muy preliminar, sí parece que consiguen una inmunidad reforzada. Además la vacuna muestra efectos secundarios inferiores a los de otras semejantes, y continúa su avance a buen ritmo.

No obstante, conviene extremar la cautela. Faltan aún muchas fases y debe ser testada adecuadamente. Los efectos en grupos más comprometidos que las personas sanas de mediana edad aún deben ser puestos en valor, y pueden surgir contratiempos en cualquier momento.

Aunque lo que se va conociendo es muy prometedor, los expertos siguen trabajando con la hipótesis de solo tendremos una vacuna válida pasados muchos meses de 2021. ¿Puede que se acorten los plazos? Sí. ¿Es seguro que ocurra? Ni mucho menos.