Básicamente a nadie, pues el tenis es un deporte donde no se empata. Sí le ha ganado a todos los de su época y es, sin duda, el mejor jugador del mundo sobre arcilla.
Escribo horas antes de que probablemente se alce con su 13º Roland Garros (ahí ha conseguido la mayoría de sus Grand Slam), lo cual le hará distanciarse más del nº 1 mundial (Djokovic), para comentar una cosa que me ha parecido muy curiosa y que no es la primera vez que le pasa. Se trata del hecho de obtener algunos de los principales torneos mundiales jugando básicamente contra auténticos mindundis.
El balear se ha plantado en la final venciendo a Schwartzman, el 14º del mundo, nada especialmente duro teniendo en cuenta que estamos en semifinales de un torneo prestigiosísimo. Antes de semifinales, no se ha encontrado con ninguno de los 70 mejores jugadores de la ATP. En comparación, su rival -Djokovic- se ha tenido que deshacer de Tsitsipas, Carreño Busta o Khachanov. Hasta el perdedor en semifinales Schwartzman había dejado en la cuneta a alguien del nivel de Thiem, nº 3 de la ATP. El otro, Tsitsipas, también se enfrentó al búlgaro Dimitrov o al ruso Rublev. En comparación lo de Nadal fue un paseo militar hacia la final.
Al final, tendrá casi un único partido de exigencia máxima para sumar a su cuenta su enésimo Grand Slam de tierra. Se parece mucho a ganarle el mundial a Brasil tras eliminar en las fases anteriores a Hungría, Arabia y Panamá.