Mucho se ha escrito sobre cómo ha cambiado en los últimos dos meses el voto de los españoles, a raíz de las elecciones autonómicas andaluzas.
¿De dónde han salido los votos de Vox y hasta dónde llegarán?
En electomania.es hemos intentado entenderlo, y para ello disponemos de los datos de las propias elecciones, de numerosas encuestas publicadas, del promedio que actualizamos regularmente, de los datos de participación estimada, de los del CIS, y de las distintas publicaciones que han ofrecido pistas sobre las transferencias de voto producidas, aunque haya fuertes discrepancias entre ellas.
Estos son nuestros resultados. Tomamos como inicio del proceso el día 10 de noviembre, antes del comienzo de la campaña electoral andaluza, y como final el 20 de diciembre, en que creemos ya se habían digerido todos sus efectos. El cuadro no debe tomarse al pie de la letra. Es una estimación que no pretende que sus cifras, exactas, sean un reflejo perfecto de la realidad, porque eso es imposible. Es, simplemente, una aproximación, pero que creemos puede servir para sacar lecciones significativas.
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Nuestras conclusiones son las siguientes:
- Se ha intentado explicar lo sucedido como efecto de trasvases directos de voto entre uno o dos partidos (PP y Ciudadanos) y otro (Vox). No ha sido así, y nunca es así de simple. Los trasvases siempre son complejos, con relaciones cruzadas que afectan a todos, e implican movimientos de y hacia la abstención, que es el principal agente de los cambios electorales en nuestro país.
- Grandes cambios electorales como el producido son compatibles con el mantenimiento de la mayor parte del voto anterior para todos y cada uno de los partidos. En este mes y medio, por ejemplo, el PSOE ha conservado inalterables más de 5.000.000 de votos, el PP, más de 4.500.000, Ciudadanos más de 4.000.000, y Unidos Podemos casi 3.500.000.
- El principal aporte para Vox, individualmente considerado, no viene de ningún otro partido, sino de la abstención, que le proporcionaría casi 600.000 sufragios.
- Vox ha ganado "en los márgenes". Cosecha 400.000 votos que hace mes y medio hubieran ido al PP, y casi 300.000 de Ciudadanos, pero también son importantes para redondear sus cifras los aportes que vienen de PSOE y de Unidos Podemos, e, incluso, el voto testimonial proveniente de otras formaciones de muchas de las cuales no podríamos recordar ni su nombre.
- Hay trasvases constantes entre los diversos partidos y entre estos y la abstención, en un intercambio de ida y vuelta que en este caso permite a Ciudadanos, gracias a su saldo positivo con PSOE y PP, tener una pérdida total neta escasa. Incluso mejor le va a Unidos Podemos gracias a su saldo positivo con los otros partidos de izquierda durante estos cuarenta días.
- El electorado en general no está tan ideologizado como la prensa o las personas muy interesadas en la política creen. Se mueve de forma más errática, menos predeterminada, y en parte movido por impulsos que van más allá de la ideología. Las etiquetas "derecha" o "izquierda" no son suficientes para explicar los procesos, y cada vez lo son menos. Por ello, hay intercambios constantes de votantes entre todos los partidos, por muy lejanos que parezcan ideológicamente. Cada elector es un mundo, y casi todas las alteraciones del voto son posibles, aunque es cierto que algunas son mucho más probables que otras.
- El saldo final de cada partido es solo el resultado de muchos saldos parciales, y no puede explicarse sin entender los efectos de cancelación y/o reforzamiento que se producen entre todos ellos.
- En estos cuarenta días, Vox ha ganado millón y medio de votos, cosechados en muy distintos campos, siendo el principal la abstención, y eso a pesar de que la participación total estimada sube menos de un punto. Los demás partidos han perdido todos, porcentualmente, algo de peso, pero con gran diferencia quienes más resentidos han quedado son el Partido Popular y formaciones extraparlamentarias que, ante la aparición de Vox, han perdido atractivo como destino residual de los votos.
- La protesta, que en 2014-2015 encontró en Podemos su materialización política, y que había vuelto a sentirse huérfana, parece haberse apuntado ahora en parte a Vox.
- La situación se ha estabilizado a partir del 15 de diciembre. Vox ya no crece. Los orígenes dispersos de su voto indican que este es, en gran parte, menos ideológico de lo que se dice, y más consecuencia del hartazgo frente a los demás partidos que de ninguna otra cosa. Una vez canalizado hacia Vox el hastío de una parte de la sociedad, este partido no lo tiene nada fácil para seguir creciendo.
- No existen los "votos prestados" que antes o después "vuelvan" a su origen. Los electores no "prestan" sus votos a los partidos, ni estos tienen un "dueño" o un lugar natural donde recalar. Las dinámicas electorales cambian y jamás vuelven a su punto de partida.
- Tendencias pasadas no presuponen tendencias futuras. Las actuaciones concretas de los partidos durante las próximas semanas (sobre todo en Andalucía y en Cataluña) impulsarán los futuros cambios en el voto, y nadie sabe hacia dónde se va a mover el electorado a partir de ahora, porque nadie sabe con seguridad qué hechos van a tener más peso en la sociedad y cuáles pasarán desapercibidos. Quien diga que lo sabe o tiene una bola de cristal o simplemente miente.
Creo que en lo que a los vuelcos de voto se refiere asistimos a un proceso que va en continuo cambio, muy asociado a decisiones concretas de unos y otros. En este sentido habrá que ver cómo se concreta el futuro gobierno de Andalucía para que las tendencias de voto se vean más claras.
Pole navideña.
Me empujan hacia Ciudadanos
No me gustan muchas de las cosas que hace Ciudadanos. Hace años que perdí cualquier ilusión que pudiera tener respecto a ellos. En 2015 Rivera pudo llegar a ser una esperanza de algo realmente diferente y renovador, desde la lógica y no desde las nubes. En 2015, para gente como yo, pudieron serlo. Pero hace mucho, mucho tiempo que ya no lo son.
Ahora bien, cada vez que veo a podemitas y voxeros meterse con ellos por "veletas" me echan del voto en blanco y me empujan hacia Ciudadanos. Cada vez que alguien los critica por reunirse con no sé quién, por llegar a acuerdos con no sé cual, por hablar con Pepito o con Juanita, me empujan hacia Ciudadanos.
Estos tíos, muchos voxeros y podemitas, apóstoles de su puñetera verdad unívoca, llaman ser veleta a negociar, llegar a acuerdos, mirar para acá y para allá y hablar. Estos tíos, de los que cada vez más hay en nuestro país, solo entienden la consigna "o estás conmigo o contra mí".
Estos tíos y su manera unineuronal de ver la política, dividida entre buenos y malos, son una amenaza para una sociedad democrática, abierta, donde el diálogo entre diferentes debe ser la norma. Últimamente se están sumando a estos discursos en blanco y negro numerosos peperos y algunos socialistas. Apañados vamos.
Vivimos en un país de niñatos donde el deporte nacional consiste en exhibir fotos de no sé quién al lado de no sé cuál, con el único fin de desacreditar al primero. Como si el mero roce contaminara de por vida. Lo hacen todos. Miserables...
Democracia es acordar, transar, ceder y exigir a un tiempo. Al negociar uno tiene que saber cuáles son sus "líneas rojas" irrenunciables pero, a la vez, tiene que estar dispuesto a transigir en algunos de sus propios postulados. Democracia es sentarse a tomar un café y hablar. Democracia es no creerse en posesión de la verdad y no meterse en la puta trinchera a disparar al enemigo mientras se recibe su fuego.
La veleta tiene que estar bien asentada para no volverse loca y no dar vueltas sin sentido, pero, a la vez, debe tener cierta flexibilidad: tiene que poder girar para adaptarse a la realidad y no enrocarse en una posición fija e inamovible. Esto es de primero de democracia, digo, de veletas...
Democracia, tristes de la vida, es, precisamente, ser veletas, adoptando la terminología que refleja vuestra estrechísima concepción de las cosas.
Según el director de Sociométrica ahora mismo VOX obtendría un 11% de voto en el global de España. Esto supone una subida del 2.5% respecto a la anterior encuesta de hace 2 semanas.
El problema en España es que durante el auge del bipartidismo llegó a haber tal hooliganismo comparable a los equipos de fútbol que los partidos llegaron a considerar a sus votantes como socios de su club.