Según difunde en su edición de hoy el diario El Mundo, don Juan Carlos habría manifestado a sus cercanos su deseo de regresar a España con ocasión de las fiestas navideñas. Su intención sería poder instalarse en el Complejo de la Zarzuela. Sin embargo, según el diario, la Casa de Rey no tiene claro que esta posibilidad sea acertada dada la situación actual.

Aunque todavía no se ha producido una petición formal por parte del emérito, ya se habrían sopesado en el entorno de Felipe VI los pros y los contras. La decisión se enmarca en una realidad más amplia, que es la compleja realidad judicial y de opinión pública que rodea a la persona de quien fue rey de España durante casi cuarenta años.

Juan Carlos I tiene en estos momentos abiertas tres causas judiciales en nuestro país, y aunque la primera, relativa a los ingresos recibidos por el AVE a La Meca tendría pocas probabilidades de prosperar, puesto que estaría cubierta por la inviolabilidad que la Constitución reserva para el rey, las otras dos, que se refieren a tarjetas opacas y recepción de donaciones, así como utilización de testaferros y sociedades interpuestas para el manejo de fondos no declarados, alcanzan a hechos posteriores a la abdicación producida en 2014, y por tanto le pondrían en mayores problemas judiciales.

Precisamente se ha sabido que recientemente se había presentado por parte de los representantes legales del emérito una declaración complementaria del ejercicio 2015 en la que se intenta regularizar su situación tributaria antes de que sea requerido formalmente para ello. Con este movimiento se intentarían evitar o mitigar futuras responsabilidades penales en caso de que se demuestren las conductas ilegales investigadas.

Todo ello ha llevado a varios representantes políticos a reclamar el regreso, así como explicaciones públicas a Don Juan Carlos, con opiniones diferentes incluso en el seno de la propia coalición gubernamental. Destacados dirigentes de Unidas Podemos reclaman la vuelta y la explicación, mientras otros del PSOE manifiestan sus reticencias. Todo ello deberá calibrarlo la Casa del Rey a la hora de tomar una decisión final.