Se trata de Ourense, la única provincia gallega cuya diputación ha estado siempre en manos de la derecha, aquella en la que el Partido Popular utiliza su poder en esta institución para mantener su yugo sobre una tupidísima red de municipios moribundos. El desarrollo brilla por su ausencia pero el amiguismo, el enchufismo y la corrupción gozan de máximo esplendor. De vez en cuando, surge aquí y allá una fuerza que se hace con una pequeña parcela de poder, pero siempre aparece el poder de la diputación para comprar las voluntades necesarias. Es curioso que haya sido en esta provincia donde ha surgido el bastión inexpugnable del BNG: Allariz, un municipio próspero y con buena evolución demográfico en medio del desierto pepero.
¿Y cuál es la que está a punto de ser la segunda provincia con más jubilados que trabajadores? No hace falta ir muy lejos, claro. Es Lugo. El fragato-feijoato a pleno rendimiento.