M es un amigo marroquí que tras licenciarse emigró a Lérida a recoger peras. Se casó con una autóctona y se instaló en BCN. Regresó a la universidad para estudiar educación social. Ateo, rojo y habla catalán nativo. Su sueño es comprar un poco de tierra para cultivar calsots.
Trabaja para la Generalitat tutelando menas. Su opinión:
"No son emigrantes. Son chavales callejeros. No quieren trabajar ni estudiar. Adoptan comportamientos tribales en una sociedad moderna. No hay que acoger, hay que reformar con disciplina y mano de hierro. Y a los que delincan repatriarlos a su país.
Pero cuando se lo planteo a mis superiores me llaman racista. A mí, que nací en Casablanca..."
Supongo que opiniones hay para todo, aunque ésta me parece particularmente extraña para un educador social.
El tema de la disciplina en particular puede tener un sentido educativo, especialmente en personas desarraigadas, siguiendo la linea de p.ej. Makarenko. Pero lo de la mano de hierro...es la 1a vez que lo oigo de alguien del mundo de la educación, que no vista sotana y tenga menos de 70 años.