Cuando a nuestro queridos episcopales les pones unas pelillas delante, permiten lo que sea en los templos católicos.
Me ha hecho recordar la que se lió en un pueblecito de Italia. El cura, para sacarse unas pelas, alquiló la iglesia para que filmaran una peli, que iba de una boda. Lo que al parecer no le contaron que era una peli porno, en la que tras la ceremonia, la feliz pareja se ponía de inmediato manos -y otras partes del cuerpo- a la obra.
Pasaron años, hasta que un vecino que estaba mirando la película ( por sus paisajes, bellos edificios, etc) se dió cuenta que el escenario del refocile era la iglesia de su pueblo.
El tema es que al haberse cometido tales actos en la iglesia, ésta, segun el derecho canónico, quedó desconsagrada, por lo que los vecinos que durante años se habían bautizado, casado, etc., pues...no lo estaban -religiosamente hablando. Hubo que reconsagrar la iglesia y hacer un apaño con todos los afectados...