Durante décadas Alemania fue un sistema de dos partidos y medio. Parecía imposible escapar de aquella situación: los socialdemócratas y los demócrata-cristianos se alternaban en el gobierno gracias al pequeño Partido Liberal, que con apenas el 7% o el 8% de los votos, hacía y deshacía coaliciones de gobierno. Todo el mundo decía que el sistema electoral imponía de alguna forma esa dinámica.
Pero de repente, en los años 80, los alemanes dieron un golpe encima de la mesa e hicieron aparecer a los Verdes. Luego, tras la reunificación, surgió otro partido, “la Izquierda”. Los liberales abandonaron su papel protagonista y, de hecho, acabaron desapareciendo del Parlamento. Nunca más hubo un sistema rotativo compuesto por dos partidos… y medio. Y quienes lo hicieron posible fueron los alemanes, sin cambiar una coma de sus leyes.
¿Qué ha pasado en España en estos cuarenta años? ¿Cómo hemos llegado a esta especie de bipartidismo indisoluble, dominado siempre por PP y PSOE, y donde los partidos nacionalistas e Izquierda Unida eran los únicos que solían tener algún papel, siempre menor, en el Parlamento?
Haremos un análisis de lo ocurrido partiendo de la sistemática que adopta Arend Lijphart, y que consiste en comparar los resultados electorales (porcentajes de voto) con su traducción en el Parlamento (porcentajes de escaños). Arend calcula el número de partidos efectivos que hay en un país mediante una fórmula matemática*. Por ejemplo, si en un país hay dos partidos que obtienen un 46% de votos cada uno, y un tercero con un 5%, el número efectivo de partidos es de 2,35. Si, en cambio, tenemos un voto más repartido, con tres partidos que se llevan el 30% cada uno, y un cuarto que obtiene el 8%, el número efectivo de partidos según Lijphart es de 3,62. Siempre hay menos partidos de los que parece, porque el papel de los partidos pequeños es menor, “valen menos que 1”.
Olvidemos los detalles y quedémonos con lo importante: la fórmula nos dice cuántos partidos efectivos hay en cada momento, ponderándolos según su tamaño. La operación puede hacerse teniendo en cuenta el porcentaje de votos y, también, el porcentaje de escaños en el Parlamento. Apliquemos este procedimiento a España. ¿Cuántos partidos efectivos ha habido en los cuarenta años de democracia?
Como podéis ver, en España comenzamos votando en 1977 a casi cinco partidos distintos, pero después, al aplicar nuestras pequeñas circunscripciones electorales, quedaron reducidos a menos de tres partidos efectivos en el Parlamento. Desde entonces, el sistema cristalizó en partidos muy sólidos, y hemos acabado teniendo parlamentos con un número efectivo de partidos alrededor de 2,50. Como la Alemania de los liberales… El mínimo lo constituyeron las elecciones de 1982, donde el apabullante triunfo socialista dejó un parlamento compuesto por un gran partido, un segundo muy alejado, y escasos restos. Como puede verse, el número real de partidos que votamos (línea azul) siempre es superior al número de partidos que resultan de la composición del Congreso. Esto es culpa, por supuesto, de nuestro sistema electoral, donde una gran cantidad de provincias pequeñas penalizan a los partidos secundarios de manera terriblemente injusta.
No podemos hacer nada.
¿No podemos hacer nada?
Quizás ya lo estemos haciendo, sin darnos cuenta. Para las elecciones del 20 de diciembre el panorama puede que esté cambiando. Si tomamos los datos que ahora mismo, hoy mismo, nos dan las encuestas, con unos porcentajes de voto aproximado de 27-22-20-15-5,…¿qué va a pasar con el número de partidos, y qué efecto tendrá en el Parlamento? Pues este:
Como vemos, si se confirman las encuestas, éstas van a ser unas elecciones históricas. Y lo serán sin haber cambiado una sola coma del sistema electoral. Lo que ha cambiado es la voluntad de los ciudadanos. Habrá más partidos. Se abrirán horizontes que jamás habían existido antes, y, por el camino, se habrá producido un efecto muy curioso. Observad el siguiente gráfico:
Durante décadas nos hemos quejado de la horrible falta de proporcionalidad de nuestro sistema. El gráfico demuestra que es cierta. No hay una correspondencia entre votos y escaños: el número de partidos en el Congreso es, siempre, un 20, un 25, hasta un 30% inferior de lo que debería ser.
¿Siempre? No. Si se cumplen las encuestas, con un reparto de escaños aproximado de 112-83-62-43… la falta de proporcionalidad de nuestro sistema bajará mucho en esta ocasión. Puede que la reducción del número de partidos baje incluso por debajo del 10%. ¿Cómo es posible esto, si nadie ha cambiado la ley electoral? ¿El sistema no debería ser, siempre, igual de injusto?
Pues no. El sistema se comporta (el output), según lo que se introduzca en él (input). Es posible, hasta cierto punto, cambiar cosas desde dentro, siempre que quienes pueden hacerlo crean en ello. En las relaciones sociales, las reglas no son fijas e inmutables como en la física. Las leyes, sobre el terreno, dependen de la actitud que adopten las personas.
El 20 de diciembre esa actitud cambiará de una forma histórica. O no. En tus manos está. Echarle la culpa al sistema no cuela.
@josesalver
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-* El número efectivo de partidos es igual a 1/(suma de los porcentajes de cada partido elevados al cuadrado).
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