Los datos del desempleo de este año, siendo preocupantes, no reflejan aún la auténtica dimensión que puede acabar teniendo esta crisis. Básicamente, porque las medidas excepcionales que están poniendo en marcha los gobierno, amortiguan mucho el cómputo del número de desempleados. Millones de trabajadores en toda Europa gozan aún de una cobertura pública (como la figura de los ERTES en España) que suaviza el impacto de la crisis.
Además, tras el desplome que todos los países europeos vivieron en las tasas de ocupación durante el segundo trimestre del año (el punto álgido de la primera ola), luego se han recuperado algo y las cifras de parados durante el verano apenas han crecido, e incluso en algunos países han llegado a decrecer.
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