Las encuestas daban, en promedio, un 75% de posibilidades de ganar a Clinton y un 25% a Trump. Que haya ganado Trump es, por tanto, una pequeña sorpresa, pero entraba dentro de lo posible.
Ahora bien, esto oculta un hecho más profundo: Estados Unidos no es un país tan homogéneo, y en estas elecciones lo ha sido aún menos. Las encuestas han fallado en algo muy concreto y determinado. Veamos un listado de estados importantes, con las desviaciones que se han dado entre el promedio de encuestas y la realidad:
En general, casi todas las desviaciones son hacia el rojo, es decir, minusvalorando a Trump. Pero coloquemos en un mapa solo las más significativas: las de los estados cuyos resultados reales dan a Trump un 4% o más de votos que lo que decía el promedio, y, por el otro extremo, las de aquellos Estados donde Clinton ha conseguido mejorar el promedio. Este es el mapa:
¿Conclusión?
Las encuestas estuvieron bastante acertadas en la mayoría de los estados, e incluso infravaloraron a Clinton en el oeste del país, donde quizás hubo una movilización de hispanos a su favor. En cambio, se equivocaron estrepitosamente en la zona de los Grandes Lagos (los errores en Wisconsin, Michigan y Pennsylvania son muy grandes) y estados cercanos. La clave, probablemente, está en la clase media y baja de raza blanca. Su movilización contra Clinton, a la que han visto como parte del “poder establecido”, ha sido su tumba. El electorado ha votado “contra el sistema”, sea lo que sea lo que eso signifique.
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