Hace apenas tres días, aunque parezcan tres años, el Rey Felipe VI anunció por sorpresa que renunciaba a la herencia de su padre, el emérito Juan Carlos I, y a la vez, le retiraba la asignación económica de la que disfrutaba.
En la nota emitida por la Casa Real, además de reconocer que la situación era conocida desde hace al menos un año, se vertían duras palabras contra la actitud del que fuera rey de España durante casi cuatro décadas, y se ponía el énfasis en la necesaria ejemplaridad de la corona.
En aquel momento, pocas horas después del inicio de la cuarentena, muchos resaltaron que la elección de esa fecha para emitir el comunicado, precisamente el 15 de marzo de 2020, no era casual: con el país completamente absorbido por la crisis del coronavirus, el objetivo de la corona sería hacer el anuncio, reconocer culpas, pero al mismo tiempo, sufrir el menor impacto mediático y social y pasar página.
Sin embargo, el propio Felipe VI, que durante los dos días siguientes pareció haber conseguido ese objetivo, manteniendo el asunto en un discreto segundo plano, ahora da un paso al frente y programa para esta noche, a las 21:00 horas, una intervención televisiva sobre el coronavirus. Este gesto desbarata completamente los cálculos anteriores y supone, estratégicamente, un movimiento arriesgado. Esto lo demuestra el hecho de que, desde ese mismo momento en que se supo que se iba a producir esta intervención, las redes sociales se incendiaron con mensajes que llamaban a expresar el rechazo a la figura de Felipe VI.
Aparecer en TV, en horas de máxima audiencia, con una población enclaustrada, para hablar de una crisis que lo ocupa todo, servirá, paradójicamente, para que nadie hable de ella al menos por un rato, sino que centrará la atención en la propia persona del monarca.
En el ElectoPanel de urgencia que publicamos ayer, quedaba claro que la institución está en su peor momento en cuanto a valoración social. El rey Juan Carlos obtiene un sonoro suspenso, e incluso la nota que los ciudadanos ponen a Felipe VI, habitualmente alta en nuestra serie histórica, apenas roza ahora el aprobado, con siete comunidades autónomas suspendiéndole. Por primera vez, también, el porcentaje de partidarios de la república supera a los de la monarquía.
En estas circunstancias, ponerse ante los focos para convertirse en el centro de atención revela valor por parte del monarca, pero también temeridad. En unas horas, a partir de las 21:00 horas, comprobaremos qué pesa más y qué consecuencias tiene este movimiento para la institución que representa.
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