El recién nombrado primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, ha decidido abandonar una de las propuestas más controvertidas de su predecesor, François Bayrou: la supresión de dos días festivos nacionales para reducir el déficit presupuestario.
Bayrou había sugerido eliminar el Lunes de Pascua y el 8 de mayo (Día de la Victoria en Europa) como medida para reforzar las finanzas públicas. La idea generó un amplio rechazo social y sindical, al considerarse un ataque a tradiciones históricas y al equilibrio entre vida laboral y descanso.
En un contexto marcado por la reciente rebaja de la calificación crediticia de Francia por parte de Fitch, Lecornu ha optado por distanciarse de una medida impopular y ha subrayado su intención de buscar consensos en el Parlamentopara avanzar en la consolidación fiscal.
Con este gesto, el nuevo jefe de Gobierno pretende rebajar la tensión política y evitar un desgaste temprano de su mandato, que comienza bajo la presión de estabilizar las cuentas públicas sin provocar una fractura social.
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