Al contrario de lo que ha ocurrido en muchos países, los meses pasados no han supuesto en España un gran cambio en el panorama electoral.
Tras la revelación del COVID-19 como amenaza real a primeros de marzo, en muchos países occidentales se produjo un movimiento general de apoyo al gobierno conocido como “efecto bandera 🚩”, que ha catapultado a ejecutivos de variado signo a niveles de apoyo social sin precedentes.
No ocurrió lo mismo en España, como tampoco en Italia y en algún otro país. En España, en concreto, el PSOE comenzó esta crisis incluso con un leve descenso según los sondeos, para recuperarse algo en abril y retornar, ahora, a los descensos. En conjunto su balance no cambia gran cosa. El PP, por su parte, ha visto crecer sus apoyos a lo largo de estos dos meses, pero siempre dentro de unos niveles muy moderados, mientras los terceros partidos han reducido, globalmente, su respaldo electoral.
Pero aunque es pronto para decirlo, da la sensación (y así se deduce, también, del ElectoPanel que publicamos ayer) que la aprobación en el Congreso de la última prórroga para el Estado de Alarma (“EdA”) el pasado día 6, va a marcar un antes y un después.
La toma de posición de Ciudadanos en un “sí” crítico al “EdA”, el cambio de ERC, que ha pasado a oponerse a las prórrogas, y el aviso finalmente no materializado del PP sobre la posibilidad de empezar a votar “no” a las sucesivas peticiones del gobierno, ha desperezado el panorama electoral, originando pequeños pero muy significativos desplazamientos en las preferencias de los votantes.
Tendremos que estar vigilantes para comprobar hacia dónde nos lleva todo esto, porque los viejos esquemas de bloques, nacidos a raíz de las elecciones de 2015 y 2016 en España, y materializados tras la famosa “foto de Colón” ( 🌹🍆🌽 🆚 💧🥦🍊) pueden estar empezando a mostrar grietas. El juego de las mayorías quizás haga posibles en el futuro combinaciones distintas de las que manejamos actualmente.
En el horizonte más inmediato está ya la reapertura de la contienda electoral. Urkullu y Feijóo se preparan para unas elecciones autonómicas, aplazadas en abril, que podrían celebrarse en julio o, a más tardar, en septiembre. Ambos confían en capitalizar un “efecto bandera 🚩” a nivel autonómico que los catapulte electoralmente.
Torra, por su parte, puede estar intentando prolongar una legislatura que quizás ERC desea finiquitar ya. Veremos cómo acaba este otro escenario, que podría llevar a los catalanes a las urnas tan pronto como en julio, o tan tarde como en diciembre de 2021. Con el procés paralizado desde hace meses tras la aparición repentina de una causa de fuerza mayor, todos los agentes políticos catalanes empiezan a mover pieza para reubicarse en el nuevo escenario que se abrirá en cuanto la alarma cese.
El curso escolar puede haberse quedado este año a medio camino, pero el político está a punto de volver a funcionar a toda máquina.
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