El adelanto electoral decidido por el presidente francés, Emmanuel Macron, tras la debacle de su partido en las europeas del pasado 9 de junio va a conducir a una situación inédita en el país: o un primer gobierno de la ultraderecha o un bloqueo parlamentario de difícil salida.
“El sistema mayoritario de Francia se va a poner a prueba”, asegura a EFE el profesor universitario Benjamin Morel, mientras que el responsable del Observatorio de la Vida Política de la Fundación Jean Jaurès, Émeric Bréhier, avisa que “será difícil encontrar alianzas”.
Los sondeos auguran tres grandes bloques en la Asamblea Nacional que salga elegida en la segunda vuelta del 7 de julio: la extrema derecha, a la que preludian más de un tercio de los votos; la alianza de izquierdas, con algo menos del 30 %; y el centro ‘macronista’, por encima del 20 %.
“El problema es que todo apunta a que habrá tres bloques, dos de ellos irreconciliables, la extrema derecha y la alianza de izquierdas y, ambos, enfrentados al tercero, el ‘macronista’”, analiza Bréhier.
La extrema derecha al poder
El escenario más probable es una amplia victoria de la extrema derecha, para la que algunas encuestas prevén una mayoría absoluta.
“El país va a sumergirse en una situación de pérdida de crédito internacional si se aplican muchas de las medidas de la extrema derecha”, asegura el politólogo Jean-Yves Camus, especialista en partidos radicales.
Macron tendría que nombrar primer ministro al joven eurodiputado Jordan Bardella, de 28 años, rostro de la reciente victoria de su partido en las europeas, mano derecha de Marine Le Pen y trampolín de ésta para alcanzar el Elíseo en 2027.
“Sería un mensaje negativo para Europa y para muchos países de África y del mundo, porque su discurso en temas de inmigración, aunque se ha moderado, sigue siendo muy duro”, explica Camus.
Para Benjamin Morel, profesor la Universidad de París-Panthéon, “la hipótesis de una mayoría absoluta de la extrema derecha es real, incluso muy probable” porque “el electorado centrista va a quedar en una pinza” y “son muchos los que preferirán no votar antes que apoyar a esta alianza de izquierdas”.
Con el 30 % de los votos Macron tuvo una mayoría muy amplia en las legislativas de 2017, el 67 % de los escaños, gracias a un sistema mayoritario que tras haber penalizado durante años a la extrema derecha ahora puede favorecerle, señala el catedrático.
Bardella ya ha avanzado que solo aceptará formar Gobierno si tiene mayoría absoluta. “No le queda otra, nadie quiere pactar con su partido”, señala Bréhier.
Un año de parálisis
En un año, el presidente no puede volver a convocar nuevas legislativas, por lo que si ningún partido obtienen la mayoría absoluta, el escenario de la parálisis es “real”, según los politólogos.
Morel señala que si la suma de diputados de la extrema derecha y de la alianza de izquierdas es inferior a 289, el listón de la mayoría absoluta, “se abriría la posibilidad de una ‘gran coalición’”, entre diputados macronistas y los menos radicales de la alianza de izquierdas y Los Republicanos.
“Sería una opción algo barroca, un pacto entre personas que no piensan igual pero que antepondrían el interés nacional”, agrega.
El ex dirigente sindical Laurent Berger, que en los años en los que estuvo al frente de la CFDT alcanzó varios acuerdos con el Gobierno de Macron, aparece como una hipótesis para dirigir ese posible Ejecutivo.
Una hipótesis que también contempla Bréhier que asegura que “podría hacerse con un primer ministro del Partido Socialista”, que genera menos rechazo en el partido de Macron que figuras de La Francia Insumisa como su fundador, el exsenador socialista Jean-Luc Mélenchon.
“Eso permitiría a Macron preparar la llegada de un sucesor para 2027”, cuando el actual presidente termine su segundo y último mandato, indica el experto de la fundación Jean Jaurès.
En caso de que la extrema derecha y la alianza de izquierdas obtengan en conjunto más de 289 escaños “no se atisba una salida clásica”, señala Morel.
Un Gobierno técnico
El politólogo asegura que “habría que mirar entonces los ejemplos de Italia o Bélgica”, que han superado situaciones similares con gobiernos técnicos.
“Los tres grandes bloques tendrían que ponerse de acuerdo sobre una personalidad sin adscripción política y un gobierno formado por altos funcionarios. A cambio, se habrían de comprometer a no presentar mociones de censura durante un año”, detalla Morel.
Sin aventurar ningún nombre, porque considera “que tiene que ser alguien poco conocido, sin proyección”, deja caer el del actual gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau.
Camus señala que “ante una Asamblea ingobernable que no sería un mensaje bueno para inversores y mercados financieros” esa opción constituye “la única salida posible”.
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