Faltan cinco semanas y las encuestas coinciden en lo esencial. Hay, por supuesto, diferencias entre ellas, y así debe de ser porque al describir una realidad viva como son las opiniones sociales nunca se pueden ofrecer cifras exactas y definitivas. Pero más allá de los matices que las diferencian, las (pocas) encuestas difundidas hasta ahora están de acuerdo en las grandes líneas de lo que serán los resultados de las elecciones:
- El PSOE ganará los comicios, con un resultado parecido al de abril: quizás algunos diputados más, quizás algunos menos…
- El Partido Popular recuperará la hegemonía… como segundo partido.
- Ciudadanos (que baja mucho) y Unidas Podemos (que baja algo) podrían disputarse la tercera plaza en escaños.
- Vox resiste, pero quizás pierda algún escaño.
- Más País, el partido de Errejón, se puede llevar unos diez diputados.
Estas cinco líneas, cuando pensamos en términos de bloques, se convierten otras tantas:
- El campo del llamado “centro-derecha” continúa partido en tres, aunque disminuye bastante la dispersión de su voto, concentrado en el PP.
- El campo del llamado “centro izquierda” se parte también en tres, sube su dispersión, y está ya casi tan fragmentado como el bloque opuesto.
- Quizás la izquierda suba algo en porcentaje de voto, pero su división le impide ganar escaños.
- La suma de PSOE más Ciudadanos, al contrario que en abril, “ya no da“.
- Los partidos nacionalistas conservan sus posiciones de abril, o incluso pueden mejorarlas levemente.
Pero todo esto son detalles, propios de la guerra entre partidos y líderes en la que estamos. Importan sobre todo, a los propios partidos y a los forofos de la aritmética electoral.
Lo importante para el conjunto de la sociedad, no tan interesada en la política, son las consecuencias. Y la consecuencia hoy por hoy es que los equilibrios se mantienen: la formación de mayorías tras el 10-N será más difícil, aún, que tras el 28-A.
Faltan cinco semanas para las elecciones. Eso es mucho tiempo y el panorama aún puede dar un vuelco. Puede que se produzcan cambios en la relación de fuerzas dentro de cada uno de los dos bloques (derecha e izquierda), que han dominado la política española en el último año. Es posible también que la suma PSOE+Ciudadanos acabe recuperando la mayoría absoluta, aunque parece cada vez más difícil. Incluso se pueden producir aún modificaciones sustanciales en el equilibrio entre los bloques derecha-izquierda, y que eso permita desbloquear la situación tras el 10-N.
Sí: puede ocurrir. En eso consiste la democracia, en que nada está escrito hasta el mismo día de las elecciones. Un debate desafortunado, un par de patinazos sorprendentes de algún candidato, o un cisne negro pueden alterarlo todo. Pero lo cierto es que si tuviéramos que contar esta historia hoy, la única conclusión que sacaríamos es que el 10-N no será el final del camino, sino solo un paso más dentro del bloqueo que vivimos.
Y que la cosa puede ir para largo…
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