pdel compañero Joan Pérez
Por Demócrata Aragonés.
Este es el primer artículo que escribo para la página y espero que sirva de aportación y sea constructivo para el debate. No pretende ser un descrédito ni una denuncia, sino una crítica a los aspectos desarrollados por el compañero y en qué puntos, en mi opinión, falla su análisis.
En el debate que ahora tiene Podemos no podía ser más acertada la pregunta sobre qué es la transversalidad, porque es justo dentro de lo transversal dónde debemos establecer una estrategia ganadora. Estrategia ganadora cuyo fin es la aplicación de un programa electoral donde revirtamos aquellas políticas llevadas a cabo que atentan contra el modelo de sociedad que España necesita. Afortunadamente nadie en Podemos está discutiendo sobre el contenido del programa; el debate no está tanto en el ‘qué’ sino en el ‘cómo’. El dilema está en cuáles deben ser las líneas de actuación durante cuatro años para que en las siguientes elecciones podamos gobernar, para así aplicar con mayor facilidad y legitimidad el programa, ése debe ser el objetivo de Podemos.
Que Podemos haya tenido tanto éxito desde sus inicios no radica en ser diferente a los partidos clásicos en la actitud institucional, el discurso o en el famoso ‘’tono’’, radica en ofrecer soluciones a los problemas de la gente, como implantar una renta básica o un referéndum en Catalunya. Gestos como ausentarse de recepciones ya lo hacían sin nuestra ayuda IU o ERC antes de Podemos. El éxito de Podemos radica justo en lo contrario, en saber darle a un programa socialdemócrata un discurso atractivo para los que no se consideran de izquierdas. Cuando Pablo Iglesias hablaba de la RBU como una medida de ‘’sentido común’’ estaba desvinculando las medidas de ciertas sentimentalidades que mucha gente no comparte. El éxito está en haber conseguido que el programa haya llegado a gente a la que de otro modo no hubiera llegado.
Pero eso no quiere decir que nos debamos parecer a los partidos viejos, aquí nadie pretende implantar la disciplina de voto, el arribismo o las puertas giratorias. En todo caso lo que debemos hacer es construir un partido nuevo con métodos nuevos, pero que estos métodos sirvan para que las propuestas de la gente lleguen a aplicarse por los cauces ahora vigentes, que aunque nos gusten más o menos son los únicos que garantizan su cumplimiento.
Pero por eso mismo no debemos ser un partido más, si algo se ha demostrado es que la estrategia del ‘’Mano tendida’’ del 26J fue un grave error ya que tras el ‘’abstencionazo’’ no podemos contar con la posible alianza del PSOE para acometer el cambio, pero ello nos debería alentar más a la conquista del espacio abandonado por un PSOE que ha desistido de toda voluntad de ser un agente que compite por la victoria y se ha reafirmado a sí mismo como fuerza subalterna al PP.
Por tanto hemos llegado, aunque divergiendo en los caminos, a un mismo hito, que es la oportunidad inmensa que tenemos de construir una mayoría cualificada y de seducir para conseguir la victoria. Ahora bien, esa mayoría que el compañero identifica con la izquierda tradicional, quienes ansían la regeneración de las instituciones y las personas desideologizadas pueden sentirse mejor apelados si son situados en esa cosa llamada ‘’centro’’; y que el compañero califica o bien falsa o bien inexpugnable para un partido como Podemos
A mi modo de ver dichos grupos poblacionales no van a entender muchos de los planteamientos que hace podemos si no toma ventaja en atacar al régimen con sus propias armas. Julio Anguita decía dos cosas: Cumplir la Constitución y Programa, Programa, Programa. Al régimen no debemos regalarle ni la más mínima herramienta de seducción, y abandonando un discurso que pueda atraer a toda esa gente, hablándoles en un lenguaje que no entienden y considerándoles como cosas en las que no se identifican no haremos más que construir un muro entre el proyecto de Podemos y la confianza de tales personas.
Por consiguiente es recomendable no ser categórico en estos aspectos, porque si presentamos el programa como algo que no es moderado o centrado estaríamos perdiendo legitimidad para aplicarlo. No estamos dando ventaja al régimen si utilizamos sus términos, entre otras razones porque bien utilizados son el arma más poderosa para conseguir denotar de manera clara e inequívoca sus contradicciones. Cuando ellos apelan a una constitución que no cumplen ofrecemos a la gente la oportunidad de descubrir que es nuestro proyecto la decisión correcta para defender sus intereses.
El compañero también hablaba de politizar lo cotidiano, y tiene razón, es necesario decir que los problemas de de la ciudadanía de cada día son problemas políticos, y por tanto tienen solución política, razón de más para abundar en mi tesis de que debemos fortalecernos institucionalmente para así dar garantías de que esos problemas van a contar con una solución por nuestra parte, que desde luego tendrá mayor legitimidad si se consigue por cauces institucionales. Esto no debería suponer en ningún caso un menosprecio al trabajo realizado por la sociedad civil, sino a una garantía frente a nuestros adversarios que sí la menosprecian.
En lo relativo a la feminización de la política hay algo que voy a remarcar y es que lo identificas con valores maternales, que no he encontrado en Thatcher, Merkel o Le Pen como ejemplo de mujeres en política. Es importante reivindicar esos valores, pero sin embargo creo que no hay que olvidar que el fin es aplicar el programa, para lo cual hay que vencer, y vence quien compite. El modelo político está basado, sobre todo en dicotomías de conflicto, en la competencia, así que aunque no queramos, hay que competir para así vencer.
Finalmente traigo a colación un análisis que hizo García Linera (Vicepresidente de Bolivia) en Otra Vuelta de Tuerka hace un tiempo: Para conseguir nuestros objetivos hay que hacer Gramsci-Lenin-Gramsci. Es decir, una vez hemos politizado lo cotidiano, estadio que está ya conseguido porque somos el centro del tablero toca ahora vencer al enemigo. Para ello hay que conseguir que todos vean en nosotros legitimidad porque como queremos remover los cimientos del régimen necesitamos ser el partido de la mayoría y superar cuantitativa y cualitativamente al ‘constitucionalismo’ y obligar a los defensores del régimen a aceptar nuestros paradigmas. Esto solo lo conseguiremos si renunciamos a definiciones antiguas que, como la España del 78, se han quedado atrás. Debemos seducir a la sociedad civil para así establecer nuevas hegemonías y así, derrotar al régimen.
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