La encuesta muestra una España que se percibe a sí misma profundamente desequilibrada: los ciudadanos discrepan sobre qué territorio ha sido el más agraviado, pero coinciden de forma abrumadora en ver a Cataluña como la gran beneficiada del actual sistema autonómico.
La Comunidad más agraviada
El ElectoPanel, elaborado por Midat1, pregunta por la comunidad “más agraviada” desde la creación del Estado autonómico, y el mapa resultante es un mosaico casi perfecto de agravios cruzados. En cada territorio pesa el sentimiento de infrafinanciación, abandono de infraestructuras o pérdida de peso político, de modo que buena parte de los encuestados elige su propia comunidad como la más maltratada.
En el norte, castellano y leoneses, gallegos o asturianos tienden a señalar su propia región, enlazando el declive demográfico y económico con la sensación de haber quedado fuera del reparto de poder y recursos. En la España interior ocurre algo similar con Castilla-La Mancha, Extremadura o Aragón, donde el discurso de la “España vaciada” se traduce en una percepción de agravio frente a las autonomías más ricas y pobladas.
En el sur y el levante, andaluces, murcianos o valencianos también se autodefinen como grandes perjudicados, pero añaden un matiz: probablemente consideran que, pese a aportar población y PIB, no reciben un trato equivalente ni en financiación ni en inversiones del Estado. Incluso las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla señalan su propia realidad como la más castigada, quizás vinculada a la condición fronteriza y las tensiones migratorias con un supuesto desamparo institucional.
La Comunidad más beneficiada
Cuando la pregunta se formula en sentido inverso, “la comunidad más beneficiada”, desaparece la dispersión y emerge un consenso casi monolítico: la mayoría de españoles, con independencia de su origen, apunta a Cataluña y Madrid.
En el resto del país domina la idea de que el nacionalismo catalán ha obtenido ventajas singulares en financiación, competencias y capacidad de influencia en la gobernabilidad de España, muy por encima de su peso demográfico. También se refleja una sensación de beneficio hacia Madrid, quizás vinculado a la capitalidad y centralización de servicios, ministerios y recursos.
El País Vasco rompe parcialmente este consenso y sitúa a su propia comunidad como la más beneficiada, por delante de Cataluña. Esa respuesta refleja la conciencia del régimen foral y del Concierto Económico, percibido incluso internamente como un privilegio fiscal en comparación con el resto de autonomías de régimen común.
La paradoja llega con Cataluña, cuya ciudadanía no se ve como la más beneficiada, pese a ser señalada así por gran parte del país. En clave interna probablemente pesa más un relato de agravio financiero y de falta de reconocimiento nacional, según el cual Cataluña “paga más de lo que recibe”.
El contraste entre la autoimagen catalana y la mirada del resto de España evidencia una brecha emocional en torno al modelo territorial. Mientras buena parte de los catalanes se sienten perjudicados, muchos ciudadanos de otras regiones perciben un trato privilegiado, lo que alimenta un círculo de recelos cruzados.


























































































































































































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