El escenario latinoamericano muestra en las últimas semanas una escalada de tensión entre Venezuela y Estados Unidos que reúne elementos de política internacional, narcotráfico, defensas militares y alianzas estratégicas.
El gobierno estadounidense ha desplegado fuerzas navales y aéreas en el Caribe, como parte de una estrategia que oficialmente combate el narcotráfico pero que, según analistas, podría estar orientada también a presionar al régimen del presidente Nicolás Maduro. Por ejemplo, la presencia del portaaviones USS Gerald R. Ford en aguas cercanas a Venezuela marca un claro aumento de la capacidad de EE. UU. para realizar operaciones ofensivas.
Asimismo, diversas fuentes como el Miami Herald señalan que EE. UU. está “listo para atacar objetivos militares dentro de Venezuela”, incluyendo puertos, aeródromos y bases navales que, según Washington, tendrían vínculos con redes de narcotráfico ligadas al régimen de Maduro.
Por su parte, la administración estadounidense, encabezada por Donald Trump, ha declarado que los cárteles de la droga que operan en la región constituyen “combatientes ilegales” o “narcoterroristas”, lo que abre jurídicamente para Washington la posibilidad de intervenir con fuerza militar.
La reacción y estrategia de Venezuela: búsqueda de apoyo externo
Frente a esta presión, el gobierno venezolano ha recurrido a sus aliados tradicionales para obtener respaldo militar y diplomático. Según documentos internos estadounidenses publicados por The Washington Post, Maduro envió cartas a Vladimir Putin (Rusia) y a Xi Jinping (China) solicitando cooperación militar para reforzar sus defensas aéreas, misiles y radares ante el “fracaso de la diplomacia” con EE. UU.
A Rusia le pidió la reparación de sus cazas Sukhoi, adquisición de misiles y apoyo logístico.
A China le solicitó sistemas de detección radar y ampliación de la cooperación militar.
El trasfondo de estas solicitudes revela la debilidad de la capacidad defensiva venezolana, la cual ha sido menos mantenida en los últimos años, y el miedo del régimen de que una acción estadounidense lo deje sin defensa ante una eventual intervención.
Rusia ha sido un aliado histórico, con inversiones en petróleo y gas en Venezuela, así como en suministros de armas; no obstante, analistas señalan que Moscú podría estar reacios a involucrarse de forma significativa dado su propio foco en Ucrania y otros frentes.

























































































































































































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