Aprovechando el parón de las encuestas después del frenesí andaluz, vamos a salirnos un poco de nuestra línea habitual para traer aquí los últimos datos del INE sobre la población española, actualizados al primer semestre de 2018.
La población de España aumentó en 74.591 personas durante la primera mitad de 2018 y se situó en 46.733.038 habitantes. Pero esta cifra encubre dos realidades diferentes que se solapan:
El crecimiento vegetativo (nacimientos menos defunciones) ha sido negativo, y de ser por él, habríamos perdido más de 46.000 habitantes. Sin embargo, el saldo migratorio ha cubierto ese hueco sobradamente, al haber llegado a España 288.000 inmigrantes, mientras que han salido de ella solo 166.000 emigrantes. Los países que más aportes de nuevos residentes han hecho en el trimestre han sido Venezuela y Colombia.
Las comunidades que han recibido más inmigración del exterior son Cataluña y Madrid, por este orden. En cambio, en cuanto a inmigraciones interiores de los españoles entre comunidades, Madrid se destaca como la primera pero Cataluña pierde población en favor del resto.
En general, los movimientos vegetativos unidos a la inmigración tienden en España a dar más población a quienes ya la tenían, y a quitársela a quienes ya tenían poca. El resultado global, a 1 de julio, es un país con escasas zonas muy pobladas (verde) y numerosos vacíos (rojo).
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