El ambiente político en Francia se ha vuelto aún más tenso tras la decisión de Emmanuel Macron de rechazar la posibilidad de un gobierno del Nuevo Frente Popular (NFP) en aras de mantener la “estabilidad institucional”. Esta decisión ha generado fuertes críticas, especialmente desde la izquierda.
Jean-Luc Mélenchon, líder de La France Insoumise (LFI), había propuesto la creación de un gobierno del NFP que excluyera a su propio partido, como una forma de superar el bloqueo político. Sin embargo, Gabriel Attal, presidente del grupo Ensemble pour la République (EPR) y primer ministro dimisionario, ha calificado esta propuesta como un “falso intento de apertura” y un “intento de golpe de fuerza”.
Attal ha dejado claro que tanto él como otros líderes de su partido, como Stéphane Séjourné de Renaissance, se oponen a que se implemente cualquier proyecto de manera unilateral por parte de LFI o el NFP, advirtiendo que ello podría llevar a una moción de censura inevitable. Mélenchon, por su parte, ha respondido acusando a Attal de estar empujando a Macron fuera del poder, señalando que el verdadero “golpe de fuerza” es ese.
En respuesta a esta situación, Macron ha decidido iniciar una nueva ronda de consultas con líderes políticos el próximo martes, buscando una solución que evite una mayor crisis institucional y permita desbloquear la parálisis política en el país. La capacidad de Macron para lograr acuerdos en este complicado escenario será crucial para mantener la estabilidad gubernamental.
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