La crisis del COVID-19 hizo que se retrasaran las elecciones autonómicas vascas y gallegas, previstas para comienzos de abril, pero el bajón de la enfermedad que se ha producido en las últimas semanas ha abierto una oportunidad al escenario político, ocasión que no han perdido los presidentes de ambas comunidades para convocar, de nuevo de manera conjunta, elecciones autonómicas para el 12 de julio.
Las elecciones vascas se celebrarán con la vista puesta en la más que probable reedición del primer puesto por parte del PNV, y la vista puesta en un nuevo ejecutivo de Ajuria Enea encabezado por Urkullu, quizás con apoyo socialista. No obstante, aunque hoy por hoy se trata de una mera especulación, los sondeos pronostican que los diversos partidos de izquierdas podrían sumar una mayoría alternativa en el País Vasco. El equilibrio entre estas fuerzas y, si como parece, EH Bildu va a quedar finalmente muy por delante del PSE, serán otros de los asuntos que deberán solventarse el mismo 12 de julio, así como hasta qué punto Elkarrekim Podemos pierde apoyos como se deduce actualmente de los sondeos.
Despierta especial interés, también, el resultado que acabe consiguiendo la coalición electoral vasca de PP y Ciudadanos, que aspira a no perder posiciones respecto a los comicios de 2016. Por último, la incógnita de Vox también se despejará a mediados de julio, con la principal expectativa puesta en lograr representación al menos en la provincia de Álava.
En Galicia el escenario más probable no es el de los pactos en minoría sino el de la lucha por alcanzar la mayoría absoluta. Feijóo espera capitalizar el “efecto bandera 🚩” a nivel autonómico para mantener los espectaculares resultados conseguidos hace cuatro años o, al menos, conservar esa mayoría absoluta. Con Ciudadanos prácticamente descartado y Vox con no muchas posibilidades de adquirir relevancia, si Feijóo no logra alcanzar los 38 diputados por sí mismo, quizás la suma de socialistas, bloque y la coalición gallega en la que concurre Podemos, pueda superarle y arrebatarle el gobierno autonómico. La campaña podrá convertirse, por tanto, en una apuesta por el todo o nada para el actual presidente.
El pistoletazo de salida ya se ha dado, pero los motores acelerarán de verdad a partir del 12 de junio, cuando falte un mes para la celebración de las elecciones. Algunos afirman que ambas convocatorias resultarán aburridas, pero decir eso ignoran la existencia de márgenes de error en las encuestas que podrían cambiarlo todo, o la aparición de nuevos acontecimientos que rompan los delicados equilibrios electorales actuales. Recordemos que algo parecido se decía por muchos en octubre de 2018, a falta de tan solo dos meses para la celebración de las elecciones andaluzas. Pero aquellos comicios supusieron, finalmente, un vuelco que acabó por repercutir en todo el panorama politico nacional.
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