El Parlamento griego dio luz verde este jueves a un proyecto de ley que permite extender la jornada laboral en el sector privado hasta 13 horas diarias, una reforma que ha desatado una oleada de críticas por parte de los sindicatos y la oposición.
Esta propuesta se inserta en una política más amplia del gobierno conservador de Nueva Democracia, liderado por el primer ministro Kyriakos Mitsotakis, que desde hace meses impulsa reformas laborales para “flexibilizar” el mercado de trabajo.
En julio de 2024, ya se aprobó una regulación que permite que en ciertos sectores —industria, comercio, agricultura y servicios— el empleador exija trabajar seis días a la semana si lo considera necesario. Esa modificación había generado alarma entre los sindicatos, pues advertían un retroceso en los derechos laborales básicos.
Atenas también destaca por registrar una de las jornadas laborales medias más altas en la Unión Europea (más de 1.886 horas al año), aunque con baja productividad y poder adquisitivo reducido.
Qué establece la nueva norma
Algunos de los puntos más relevantes de la reforma aprobada son:
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La jornada diaria puede ampliarse hasta 13 horas, pero solo 37 días al año por trabajador.
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Esta extensión será “opcional”, es decir, deberá existir un acuerdo expreso entre trabajador y empresa.
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Las horas extras realizadas bajo esta modalidad recibirán una bonificación del 40 % sobre la tarifa estándar.
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Se mantendrán otros topes: límite máximo de 48 horas semanales y 150 horas extra anuales.
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La ministra de Trabajo, Niki Kerameos, afirmó que la ley “prohíbe explícitamente que el empleador obligue, despida o discrimine” al trabajador si rechaza estas horas extra.
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También se incorporan medidas adicionales, como el aumento de ayudas por maternidad y la ampliación de beneficiarios para ciertos subsidios laborales.
Pese a esas garantías declaradas, los críticos sostienen que el carácter “opcional” será meramente formal, dado el desequilibrio de poder entre empleador y trabajador en el contexto griego.
Reacciones, críticas y movilizaciones
La reforma ha generado una fuerte resistencia social y política:
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Sindicatos y oposición: Todos los partidos opositores votaron en contra del proyecto, salvo Syriza, que optó por no participar en la votación como forma de protesta.
Según el principal partido de la oposición, Pasok, la norma equivale a llevar a Grecia al siglo XIX en materia de derechos laborales.
Los sindicatos advierten que la “opcionalidad” no será efectiva: en un mercado con escasa protección laboral, un trabajador que rechace esas horas extras podría enfrentar represalias de hecho.
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Huelgas y protestas: En los días previos al debate parlamentario, se convocaron dos huelgas generales (1 y 14 de octubre) que paralizaron varios servicios públicos.
Miles de manifestantes se volcaron a las calles de Atenas y otras ciudades para rechazar el proyecto.
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Opinión pública y expertos:
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Críticos denuncian que elevar la jornada en un país con bajo poder adquisitivo y productividad estancada solo agrava la precariedad laboral.
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Algunos economistas argumentan que esta medida responde a la escasez de mano de obra, especialmente en el sector turístico y de servicios durante temporadas altas.
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