Estos días se habla mucho del último escaño por Álava, que está en disputa entre este partido y aquél, o entre aquel otro y el de más allá (según quien te lo cuente). Se habla también de los restos que pueden favorecer a determinada formación en Pontevedra, o de los votos que se pueden quedar sin representación en A Coruña…
Pero se olvida que esto no ciencia exacta y que no hay ningún escaño adjudicado a priori. Las encuestas no están hechas para acertar. Acertar de lleno sería adivinación y aquí nadie tiene una bola de cristal. Las encuestas están hechas para aproximarse, con unos márgenes razonables, a una realidad difusa. El viejo sistema tradicional de muestreo ya lo avisa con sus márgenes de error intrínsecos (el famoso ±2 o ±2,25 o ±2,4% de error para una confianza del 95%), y eso sin contar con otros hechos menos controlables, como son acontecimientos de última hora u otros factores externos.
En el caso de las elecciones de hoy, el principal factor de incertidumbre adicional es hasta qué punto puede afectar en el ánimo del elector el ‘factor rebrotes’ y todo lo que supone. Otro elemento a tener en cuenta es el “voto estratégico de última hora” que suele favorecer a los partidos que parecen “mejor colocados” o que “van para arriba” y perjudicar a los que parece que “van para abajo”. Pero es un fenómeno que no ocurre siempre, así que…
Por tanto, hoy podemos esperar pequeñas sorpresas de uno o dos puntos por partido respecto al consenso de las encuestadoras, aunque no se pueden descartar desviaciones mayores.
Pero incluso una desviación corta de, digamos, punto y medio, puede alterar el reparto del último y el penúltimo escaños en TODAS o casi todas las provincias, y hacer que se los disputen quienes menos esperemos. Una desviación así puede hacer perder (o ganar) a determinado partido hegemónico hasta un escaño por provincia, si los restos se conjuran en el mismo sentido, y dejarle sin mayoría o, al contrario, facilitarle la mayoría más abultada de la historia. No es muy probable, pero puede llegar a ocurrir.
Como siempre decimos en EM-electomania cuando llegan días como el de hoy, aquí el que manda es el que vota. Sobre todo, manda el indeciso, el que no revela o no sabe previamente a quién va a votar. Las elecciones se ganan o se pierden en los márgenes, así que los cálculos previos (que son siempre cálculos “centrales”) están hechos para ser corregidos, y el pequeño intervalo de incertidumbre con el que llegamos siempre a una votación suele ser suficiente para cambiar el rumbo y alterar las mayorías. Tenemos experiencia sobrada de ello.
Así que hoy manda(s) usted(tú).
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