Israel ataca a Irán: golpe a instalaciones nucleares y jefes militares

El 13 de junio de 2025, Israel llevó a cabo una ofensiva aérea sin precedentes contra Irán, denominada “Operación León Ascendente”. Más de 200 aviones israelíes participaron en el ataque, impactando cerca de un centenar de objetivos clave del aparato militar y nuclear iraní, entre ellos las instalaciones de enriquecimiento de uranio en Natanz y Fordow, infraestructuras de misiles balísticos y centros de mando del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC). La operación incluyó una combinación de ataques convencionales y acciones encubiertas del Mossad, orientadas a desactivar defensas aéreas y sistemas estratégicos iraníes.

El ataque se produjo tras el fracaso de la última ronda negociadora en Omán y después de que la Agencia Internacional de la Energía Atómica declarara oficialmente a Irán en situación de incumplimiento, algo que no sucedía desde hacía dos décadas. Israel justifica la acción alegando que Teherán estaba a solo meses de obtener material suficiente para fabricar un arma nuclear. Estados Unidos, aunque advertido con antelación, ha negado toda participación activa.

Objetivos militares y consecuencias estratégicas

Entre los blancos atacados, se encuentran las plantas de Natanz y Fordow, fundamentales en el programa nuclear iraní. También se destruyeron infraestructuras logísticas del IRGC y depósitos de misiles. Las autoridades israelíes han confirmado la muerte de figuras clave del aparato militar iraní, entre ellas el comandante del IRGC, general Hossein Salami, y el jefe del Estado Mayor, Mohammad Bagheri. Asimismo, se reporta la eliminación de científicos vinculados al programa nuclear como Fereydoun Abbasi-Davani y Mohammad Mehdi Tehranchi.

La Agencia Internacional de Energía Atómica ha verificado los daños sufridos por la planta de Natanz, aunque sin evidencias de fugas radiactivas. Por su parte, Irán decretó el estado de emergencia nacional, cerró su espacio aéreo y lanzó más de cien drones contra Israel, de los cuales la mayoría fueron interceptados. Israel respondió cerrando el aeropuerto de Tel Aviv y activando a sus reservas militares.

Desde el punto de vista estratégico, el ataque apunta a retrasar el avance nuclear iraní y debilitar la capacidad de respuesta inmediata del IRGC. No obstante, expertos del Atlantic Council advierten que la ofensiva podría tener el efecto contrario: acelerar el programa nuclear subterráneo de Irán y consolidar su disuasión militar. Asimismo, se abre un nuevo frente regional de alta tensión, con la posibilidad de que milicias chiíes en Irak, Siria, Yemen o el propio Hezbolá en Líbano se sumen a las represalias.

Escenarios a corto plazo: escalada y dilemas diplomáticos

Las autoridades israelíes no descartan nuevas ofensivas en los próximos días. Irán podría intensificar su respuesta mediante misiles de largo alcance o ataques indirectos a través de grupos aliados. La situación compromete también la seguridad energética mundial: el precio del petróleo ha comenzado a escalar ante el riesgo de interrupciones en rutas marítimas del Golfo.

En el ámbito diplomático, las negociaciones nucleares previstas en Omán han quedado suspendidas indefinidamente. La administración estadounidense, ya dividida internamente, deberá tomar decisiones delicadas: apoyar a Israel de forma activa o mantener la contención para evitar una guerra regional que involucre a sus propias bases militares en Oriente Medio.

La ofensiva israelí marca un punto de no retorno. Aunque Israel logra reafirmar su capacidad de intervención más allá de sus fronteras, lo hace a costa de abrir múltiples frentes simultáneos en una región ya altamente inestable. El tablero geopolítico de Oriente Medio entra así en una fase crítica, con ramificaciones que podrían extenderse más allá del eje Irán-Israel y alcanzar el corazón de la arquitectura de seguridad global.