Italia ha dado un paso decisivo hacia una reforma electoral con implicaciones trascendentales. Este viernes, el Consejo de Ministros italiano aprobó un proyecto de ley de reforma constitucional que busca introducir cambios fundamentales en el sistema de elección del primer ministro del país. La propuesta, impulsada por la actual primera ministra, Giorgia Meloni, pretende permitir que el jefe del gobierno sea elegido directamente por los electores, en un esfuerzo por poner fin a la inestabilidad que ha caracterizado la política italiana en las últimas décadas.
El proyecto de reforma, apodado “premierato,” modifica cuatro artículos de la Constitución italiana, con el objetivo de simplificar el proceso de elección del primer ministro y evitar los frecuentes cambios de gobierno que han plagado la nación a lo largo de su historia. La motivación detrás de esta iniciativa radica en la asombrosa cifra de nueve primeros ministros y doce gobiernos que Italia ha experimentado en los últimos años, lo que plantea la pregunta sobre la eficacia del sistema actual.
El núcleo de la reforma reside en la elección directa del primer ministro por parte de los votantes italianos, en lugar de la tradicional práctica de votar por partidos políticos o coaliciones, quienes luego proponen al presidente de la República el nombre del candidato a primer ministro. Esta modificación, si se aprueba, pondría fin a los ejecutivos formados por figuras técnicas o tecnócratas, como Mario Monti en 2011 o Mario Draghi en 2021-2022, que han sido designados por el presidente del país en momentos de crisis.
En la modificación de la norma se premia al candidato ganador, ya que le garantiza la mayoría parlamentaria con el 55% de los escaños.
Un aspecto controvertido de la reforma es la disposición que permitiría a un parlamentario de la mayoría ocupar el cargo de primer ministro en caso de dimisión o moción de censura, superando el voto de confianza del Parlamento, aunque esto solo se permitiría una vez. Este mecanismo pretende evitar el riesgo de vacíos de poder y garantizar cierta estabilidad en el liderazgo del país.
No obstante, la oposición de centroizquierda ha manifestado su escepticismo en relación con la reforma, argumentando que podría socavar las competencias del presidente de la República. La secretaria del Partido Demócrata, Elly Schlein, ya ha declarado que no apoyará el proyecto de ley, mientras que desde el partido +Europa, Riccardo Magi, ha calificado la reforma de “espantosa” y ha acusado a Meloni de querer transformar Italia en la Hungría de Viktor Orban.
La primera ministra, Giorgia Meloni, ha defendido con vehemencia la reforma, afirmando que su objetivo es garantizar que aquellos elegidos por el pueblo puedan gobernar durante una legislatura completa. La reforma se considera por muchos como la “madre de todas las reformas” que podrían llevar a Italia hacia lo que se ha denominado la “Tercera República.” Meloni ha subrayado que, si no se obtiene la aprobación de dos tercios del Parlamento, se llevará a cabo un referéndum popular para ratificar la reforma, otorgando a los ciudadanos la última palabra en esta cuestión crucial.
El Gobierno de Meloni cuenta con una amplia mayoría, aunque no llega al umbral de los dos tercios necesarios para aprobar la reforma sin un referéndum. A pesar de la oposición firme de varios partidos de la oposición, la primera ministra ha expresado su confianza en que la reforma sea respaldada, ya sea por el Parlamento o por los votantes italianos.
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