El secretario de Sanidad de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., ha declarado que el autismo es “una epidemia que eclipsa la de la COVID-19”, en una nueva crítica indirecta a las vacunas, con las que ha vinculado anteriormente esta condición.
Durante una entrevista en WABC 770 AM, Kennedy aseguró que “el autismo afecta a niños al comienzo de sus vidas y les debilita profundamente a ellos y a sus familias”. Señaló que el coste económico del autismo en EE. UU. alcanzará un billón de dólares anuales para 2035, con un especial impacto en los casos de autismo severo o profundo.
En sus declaraciones, criticó la orientación científica dominante centrada en la genética, afirmando que “se han bloqueado estudios sobre causas ambientales” y adelantó que planea usar inteligencia artificial para identificar toxinas ambientales como potenciales responsables: pesticidas, aditivos, vacunas o ultrasonidos.
Estas afirmaciones han generado una oleada de reacciones críticas. Grupos de concienciación sobre autismo y congresistas han condenado sus palabras. Kristyn Roth, portavoz de la Sociedad Americana de Autismo, afirmó que “hablar del autismo como una epidemia perpetúa el estigma y deshumaniza a los autistas”.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el aumento de diagnósticos se debe a mejoras en la detección, y sus causas están asociadas a factores genéticos, cromosómicos y complicaciones perinatales.
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