La elección de un nuevo Papa es uno de los procesos más solemnes y antiguos de la Iglesia Católica, conocido como el cónclave. Este ritual, profundamente arraigado en la tradición, combina elementos espirituales, litúrgicos y prácticos para garantizar que el sucesor de San Pedro sea elegido con discernimiento y bajo la guía del Espíritu Santo. A continuación, se explica detalladamente cómo funciona este proceso, con un enfoque especial en la fumata, las rondas de votación, las jornadas de reflexión y oración, y otros aspectos clave.
1. El Contexto: La Sede Vacante
La elección de un nuevo Papa ocurre cuando la Sede Apostólica queda vacante, generalmente tras la muerte o renuncia del Papa reinante. Este periodo, conocido como sede vacante, comienza oficialmente con el fallecimiento o la renuncia aceptada del Pontífice. Durante este tiempo, el gobierno de la Iglesia queda en manos del Camarlengo, quien administra los asuntos temporales, y el Colegio de Cardenales, que se reúne para organizar el cónclave.
Tras la muerte del Papa, se llevan a cabo nueve días de luto oficial, conocidos como Novendiales, con misas y ceremonias en honor al difunto Pontífice. Si el Papa renuncia, este periodo puede ser más breve. Durante este tiempo, los cardenales comienzan a llegar a Roma para preparar el cónclave, que debe iniciarse entre 15 y 20 días después del inicio de la sede vacante, según la constitución apostólica Universi Dominici Gregis (1996), redactada por Juan Pablo II y modificada por Benedicto XVI.
2. Preparativos y Reflexión: Las Congregaciones Generales
Antes del cónclave, los cardenales se reúnen en las Congregaciones Generales, sesiones diarias en las que discuten asuntos prácticos (como la organización del cónclave) y reflexionan sobre los desafíos que enfrenta la Iglesia. Estas reuniones son cruciales, ya que permiten a los cardenales conocerse mejor, compartir perspectivas y evaluar posibles candidatos. Aunque no se toman decisiones formales sobre el futuro Papa, estas discusiones suelen influir en el proceso posterior.
Paralelamente, los cardenales participan en jornadas de oración y reflexión. Estas incluyen misas solemnes, como la Misa Pro Eligendo Romano Pontifice, celebrada en la Basílica de San Pedro antes del inicio del cónclave. Esta liturgia subraya la dimensión espiritual del proceso, invocando la guía del Espíritu Santo para la elección.
3. El Cónclave: El Encierro de los Cardenales
El término cónclave proviene del latín cum clave (“con llave”), reflejando el aislamiento total de los cardenales durante la elección. Este aislamiento asegura que no haya influencias externas, como presiones políticas o mediáticas. Los cardenales electores, que deben ser menores de 80 años al inicio de la sede vacante, se alojan en la Domus Sanctae Marthae, una residencia dentro del Vaticano, pero las votaciones tienen lugar en la Capilla Sixtina.
El cónclave comienza con una procesión solemne desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, donde los cardenales prestan un juramento de secreto y fidelidad. Una vez dentro, se pronuncia la frase Extra Omnes (“Todos fuera”), y solo los electores y un número reducido de asistentes permanecen. La Capilla Sixtina queda sellada, y cualquier comunicación con el exterior está estrictamente prohibida.
4. Las Rondas de Votación
El proceso de votación es el núcleo del cónclave y está diseñado para ser metódico y reflexivo. Las reglas son las siguientes:
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Número de votaciones: Se realizan hasta cuatro votaciones por día, dos por la mañana y dos por la tarde, a menos que se elija un Papa antes.
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Método de votación: Cada cardenal escribe el nombre de su candidato en una papeleta que dice Ego eligo in Summum Pontificem (“Elijo como Sumo Pontífice a…”). Las papeletas son anónimas, y los cardenales disfrazan su letra para garantizar el secreto.
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Mayoría requerida: Para ser elegido, un candidato debe obtener dos tercios de los votos de los cardenales presentes. Si hay un número impar de electores, se redondea hacia arriba.
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Escrutinios: Las papeletas son contadas por tres cardenales escrutadores, y los resultados son verificados por revisores. Cada escrutinio incluye la lectura en voz alta de los votos, lo que refuerza la solemnidad del acto.
Si no se alcanza la mayoría de dos tercios en una ronda, se procede a la siguiente votación. Cada ronda está acompañada de oraciones y momentos de silencio, lo que permite a los cardenales reflexionar y discernir.
5. La Fumata: La Señal al Mundo
Uno de los aspectos más conocidos del cónclave es la fumata, el humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina tras cada serie de votaciones. La fumata comunica el progreso del cónclave al mundo exterior:
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Fumata negra: Indica que no se ha elegido un Papa. Las papeletas se queman junto con una sustancia química que produce humo negro.
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Fumata blanca: Señala que un nuevo Papa ha sido elegido. Las papeletas se queman con una sustancia que genera humo blanco, acompañado del repique de las campanas de San Pedro para confirmar la noticia.
La fumata ocurre después de cada sesión de votaciones (generalmente dos veces al día: al mediodía y al final de la tarde). La espera de la fumata reúne a miles de personas en la Plaza de San Pedro, convirtiéndose en un momento de gran expectativa.
6. Pausa para la Reflexión
Si después de varias rondas (generalmente tras tres días o unas 12 votaciones) no se elige un Papa, el cónclave puede pausar las votaciones por un día. Durante esta pausa, los cardenales dedican tiempo a la oración, la meditación y el diálogo informal. Estas jornadas de reflexión buscan superar posibles bloqueos y fomentar un consenso. En algunos casos, se invita a un cardenal a ofrecer una meditación espiritual para guiar el discernimiento.
Si persiste la falta de acuerdo tras 33 o 34 votaciones, las reglas permiten reducir la elección a los dos candidatos más votados, o incluso proceder por mayoría simple, aunque esto es extremadamente raro.
7. La Elección y Aceptación
Cuando un candidato obtiene los dos tercios requeridos, el Decano del Colegio de Cardenales le pregunta: ¿Acceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice? (¿Acceptas tuam electionem in Summum Pontificem?). Si el candidato acepta, se convierte inmediatamente en Papa. Luego, se le pregunta qué nombre pontificio desea adoptar.
El nuevo Papa es vestido con las vestiduras papales en la Sala de las Lágrimas, un pequeño cuarto junto a la Capilla Sixtina. Posteriormente, el Cardenal Protodiácono aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro y anuncia al mundo: Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam! (“Os anuncio una gran alegría: ¡Tenemos Papa!”), seguido del nombre y título del nuevo Pontífice. El Papa entonces imparte su primera bendición, conocida como Urbi et Orbi (“A la ciudad y al mundo”).
8. Aspectos Espirituales y Simbólicos
El cónclave no es solo un proceso electoral, sino un acto profundamente espiritual. Los cardenales creen que el Espíritu Santo guía sus decisiones, y cada etapa está impregnada de simbolismo:
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La Capilla Sixtina: Los frescos de Miguel Ángel, especialmente El Juicio Final, recuerdan a los cardenales la trascendencia de su responsabilidad.
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El juramento de secreto: Refuerza la solemnidad y la confidencialidad del proceso.
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La oración constante: Antes, durante y después de las votaciones, los cardenales rezan para buscar la voluntad de Dios.
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