En un lapso de tres años y medio, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, y el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, han experimentado una evolución personal y política que ha fortalecido sus vínculos con el PSOE. En el caso de Calviño, esto se ha hecho evidente desde hace meses, cuando asumió la vicepresidencia primera durante la remodelación del Ejecutivo en julio de 2021. Progresivamente, su influencia y combatividad en las sesiones de control al Gobierno en el Congreso han ido en aumento. Por su parte, Escrivá ha demostrado su alineación principalmente a través de su reciente reforma del sistema de cálculo de las pensiones.
En la actualidad, ambos están más comprometidos en la defensa de la gestión del Ejecutivo y se dedican a rebatir las críticas del Partido Popular. Incluso asisten a eventos del partido cuando se les requiere, y desde Ferraz confirman su participación en la campaña electoral. Sin embargo, su participación en el ámbito político no trascenderá más allá. En los círculos socialistas, se da por sentado que Calviño “no formará parte” de las listas electorales. Aunque su afinidad con el partido sea cada vez mayor, esta opción no se ha considerado seriamente. Ni en Ferraz ni en la propia Calviño se contemplan dicha posibilidad, y en este aspecto coinciden con Escrivá, según diversas fuentes del partido y del Gobierno.
Ya en el pasado, Calviño fue la única integrante del primer Gobierno de Pedro Sánchez, formado tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, que no se presentó en las listas electorales de las dos elecciones generales consecutivas de 2019. En aquel entonces, tampoco mostró ningún interés, y lo mismo ocurre en la actualidad. Según fuentes del partido, en caso de que Sánchez no continúe en La Moncloa, Calviño “volvería a trabajar en Bruselas”, donde ocupa un alto cargo en las instituciones europeas.
Cuando el presidente le ofreció el Ministerio de Economía, Calviño era directora general de Presupuesto de la Comisión Europea. Desde entonces, se encuentra en una “comisión especial”, aunque no necesariamente regresaría a ese puesto, sino que ocuparía uno de nivel administrativo equivalente. Por su parte, Escrivá, en una situación similar, es funcionario del Banco de España. Anteriormente, no rechazó la posibilidad de formar parte de una lista electoral, ya que fue reclutado para el segundo Gobierno de Sánchez en enero de 2020.
Cuando se les preguntó sobre este asunto, fuentes cercanas a Calviño aseguraron que ella está “centrada en la gestión” y que no ha expresado ninguna posición, ni en público ni en privado, sobre la posibilidad de formar parte de las candidaturas. Lo mismo ocurre con el ministro de Inclusión y Seguridad Social. De hecho, la presión de unas elecciones a finales de año no parece afectar ni a la vicepresidenta ni a Escrivá, quienes también están enfocados en el largo plazo, según diversas fuentes consultadas.
Tanto Calviño como Escrivá se mantienen concentrados en su labor de gestión y parecen no verse afectados por la cercanía de las elecciones a finales de año. Su enfoque está puesto en el futuro y en el desarrollo de su trabajo, sin dejarse influir por las circunstancias políticas inmediatas. Ambos ministros han consolidado su compromiso con el PSOE y se han convertido en figuras clave dentro del Gobierno, respaldando su gestión y respondiendo a las críticas de la oposición. Aunque no se espera que participen en las próximas elecciones, su influencia y dedicación continúan siendo notables en el panorama político actual.
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