El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, ha aprovechado el acto de homenaje por los 40 años del Estatuto de Autonomía para defender la política “en el terreno de la centralidad”, emplazando a “anteponer la democracia frente a la tiranía o el caudillismo”.
Durante su intervención, ha alertado del “desconcierto” y de la existencia de “derivas poco convenientes para la democracia” en el conjunto de España y ha emplazado a “exportar” el modelo político aragonés, advirtiendo: “Para hacer frente a la crisis que vive el mundo, se equivoca aquel que sitúa la responsabilidad en los demás”, urgiendo a todos a ser “autocríticos y comprometidos” porque “quien esté libre del pecado que tire la primera piedra”.
Estas palabras de Lambán se producen en plena polémica por sus críticas, junto a las del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, a la reforma del Código Penal, que, entre otras cosas, toca el delito de malversación.
En cualquier caso, Lambán también ha defendido la reforma constitucional para que España sea, oficialmente, un país federal, como es “ya de hecho”, y para convertir el Senado en una cámara de representación territorial, tras lo que ha opinado que “si hay una comunidad en España que el terreno de la política, la ética y la interpretación correcta de la Constitución puede marcar la ruta respecto al resto de comunidades es esta –Aragón–“.
El jefe del Ejecutivo autonómico ha destacado el trabajo de “orfebres” de “los artífices de la joya” que es el Estatuto de Aragón, en referencia a los ponentes de la aprobación y las sucesivas reformas.
COMUNIDAD POLÍTICA MILENARIA
Ha señalado que Aragón es una comunidad política milenaria, “formada por hombres y mujeres que hace 10 siglos ya se llamaban a sí mismos aragoneses”, una comunidad que “a lo largo de los siglos se ha sentido orgullosa de sí misma, capaz de autogobernarse y con la convicción de que autogobernándose las cosas irían mejor”.
“Se suprimieron los fueros, llegaron los Decretos de Nueva Planta, pero nunca olvidaron los aragoneses aquel pasado de oro de los siglos medievales y, a lo largo del XIX, hubo varios intentos de recuperar los fueros; en 1936 se aprobó el Estatuto y si no hubiera sido por el golpe militar se hubiera convertido en Estatuto, y cuando se empezaron a atisbar las libertades que venían, los aragoneses rápidamente identificaron democracia y Constitución con libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía, porque tenían memoria histórica”.
Javier Lambán ha recordado al primer presidente de Aragón, Juan Antonio Bolea Foradada, quien en su primer discurso “hablaba de la importancia de tomar las riendas en nuestras propias manos y de que la autonomía no nacía contra España, sino para reforzar España como nación, sintiéndose continuador de muchas generaciones de hombres y mujeres”.
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