Los datos de desempleo en julio han marcado un paréntesis en la senda de destrucción que estamos padeciendo en los últimos meses. El paro ha bajado porque una parte de la actividad se ha recuperado y ha vuelto a funcionar, pero no nos engañemos: los efectos de la pandemia son profundos y van a ir a más en los próximos meses.
Los expertos vaticinan que a finales de verano y para el otoño se producirán nuevos y profundos bajonazos, que tendrán dos posibles vías: o incrementos de desempleo, o descensos de salarios, o, más probablemente, ambas cosas a la vez.
¿Quiénes van a soportar mejor el impacto de la crisis? Los datos de la anterior muestran que hay determinadas fórmulas empresariales que pueden aguantar más, porque tienen formas de interiorizar el golpe sin repercutirlo en el empleo, al menos hasta ciertos límites: son los autónomos y las empresas de la llamada “economía social”, como las cooperativas.

Los autónomos han experimentado en estos meses una importante caída de cotizantes, reflejo del descenso de actividad. Aún así, la bajada es tan solo la mitad de la experimentada en 2010, el peor año para ellos de la anterior crisis. Solo hemos perdido unos 40.000 autónomos en el último año, y, aunque esa cifra irá a más, es proporcionalmente muy inferior al descenso de asalariados.
Aún tenemos algo más de 3.000.000 de autónomos, y apenas hemos perdido el 1% en el último año, aunque se detecta un preocupante aumento en el número de los que no tienen trabajadores contratados, lo que indica que los proyectos que sacan adelante son cada vez más pequeñas y por tanto más endebles. Pero resisten.

Algo parecido pasa con las cooperativas. En la anterior crisis el empleo en España llegó a reducirse en cotas cercanas al 20%, pero las cooperativas, en su peor momento, sufrieron pérdidas solo de el 8-9% de socios. Esta fórmula empresarial aguanta mejor que las sociedades limitadas porque la implicación de sus trabajadores en la toma de decisiones y en sus costes lo permite. En la actual crisis, los ERTES han sido significativamente menores en las cooperativas que en las empresas ordinarias. En los próximos meses veremos hasta dónde llega su capacidad de aguante, porque hay límites, pero de momento están sobrellevando mejor la crisis.
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