Hoy se han conocido los datos de desempleo del mes de agosto de 2018, y todos los titulares remarcan que se trata del peor mes de agosto desde hace muchos años. Esto lleva en algunos casos a conclusiones catastrofistas.
¿Tienen razón los titulares de la prensa generalista? Puede ser. Pero también puede no serlo.
Lo primero que hay que resaltar es que los datos mensuales pueden no ser significativos. A menudo incorporan mucho ruido, coyunturas que pasan rápidamente, variaciones que no tienen continuidad e importantes sesgos estacionales. Por tanto, en lugar de dejarnos llevar por conclusiones precipitadas (esa tendencia a “exagerar” para ganar “clicks” que invade a nuestra prensa) conviene analizar los datos anualizados, más tranquilos, más “reales”.
El gráfico de los propios servicios de empleo nos muestra la evolución desde 2014. El descenso del desempleo es constante y no ha parado aún. Desde los espeluznantes casi cinco millones de desempleados de comienzos de 2014 (aún eran más un par de años antes) hasta la cifra actual, hemos mejorado mucho. Aún así, sí que empiezan a detectarse síntomas preocupantes. Conforme desciende el desempleo, va siendo cada vez más difícil conseguir descensos adicionales. Por tanto, es lógico que la línea de cada año (en nuestro caso, la línea roja) no descienda tanto respecto a la anterior como en años precedentes. No obstante, observamos cómo el acercamiento entre ambas líneas (la verde de 2017 y la roja de 2018) se está acentuando mucho en los últimos dos o tres meses.
Hemos proyectado hacia el futuro, mes a mes, la tendencia observada a lo largo de 2018, y el resultado es que a finales de 2018, de seguir en la senda actual, el descenso del desempleo interanual sería de apenas 5.000 personas. Es decir, a finales de año estará dejando de disminuir el desempleo en España.
De seguir así, en enero de 2019 veríamos el primer incremento interanual en el número de desempleados, y, ese sí que sería un dato muy preocupante. Significaría que estamos ante un estancamiento del empleo, que se alcanzaría con unos niveles altísimos de paro (unos 3.400.000 parados para febrero de 2019, en los máximos anuales, y unos 3.050.000 para julio de 2019, en sus mínimos).
Algo va mal en nuestro mercado de trabajo cuando con un crecimiento económico superior al 2%, la capacidad de crecimiento del empleo se ve truncada tan rápidamente. Si en unas buenas condiciones económicas la economía se ve incapaz de reducir el desempleo por debajo de los 3.000.000 de personas, ¿qué ocurrirá cuando la coyuntura internacional cambie y vengan mal dadas?
La afiliación a la Seguridad Social, en agosto, ha disminuido en más de 200.000 personas, y aunque un cierto descenso estacional en este mes es lógico, porque termina la temporada turística, la rebaja resulta excesiva incluso teniendo en cuenta este hecho. He aquí otra llamada de atención importante.
¿Es todo negativo en este contexto?
No, no lo es. Si bien desde hace meses parece claro que la cantidad de empleo está dejando de crecer, lo que de momento sigue mejorando (aunque a menor ritmo que el que sería deseable, teniendo en cuenta que partimos también de una gran precarización) es la calidad en el empleo. Veamos un dato al respecto:
Durante los años de la crisis si algo se resintió en España fueron las horas trabajadas. El desempleo ascendió rápidamente, pero más aún rápidamente descendieron las horas trabajadas en el conjunto de la economía. La causa de ese fenómeno fue el despido masivo de los trabajadores que estaban en situación más precaria, así como la sustitución de empleo a tiempo completo por otro a tiempo parcial. Esta realidad, tan dañiña, está remitiendo lentamente. De momento, como las cifras de agosto demuestran, la contratación indefinida a tiempo completo sigue a buen ritmo, permitiendo una leve mejora en la calidad del empleo.
Habrá que estar atentos a los datos que se publiquen en los próximos meses, para comprobar su evolución y si se confirman los malos presagios. Habrá que estar a atentos a las medidas que vaya adoptando el gobierno, porque, según cuáles y cómo sean, pueden mejorar o enturbiar aún más la situación.
Mientras tanto, en esta materia como en muchas otras (datos del IPC,…) conviene seguir siempre un consejo: no dejarse llevar por un titular que refleje simples datos mensuales: pueden ser solo ruido. Hay que elevar un poco más la mirada y confirmar tendencias que se mantengan en el tiempo. Hay que fijarse en datos interanuales y no en variaciones mensuales.
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