Este lunes falleció Silvio Berlusconi en el hospital San Raffaele de Milán a causa de la leucemia mielomonocítica crónica, enfermedad que le fue diagnosticada hace más de un año, según la agencia de noticias italiana ANSA. Durante los últimos años, Berlusconi ingresó y salió del hospital en varias ocasiones. Su salud era motivo de preocupación desde que en 2020 fue hospitalizado por coronavirus y una neumonía bilateral, aunque fue dado de alta pocos días después. Desde entonces, ha tenido múltiples ingresos hospitalarios. En enero de 2022 fue internado por una infección urinaria, y en abril fue ingresado nuevamente debido a una neumonía agravada por la leucemia que hasta entonces se desconocía. Después de 45 días, recibió el alta, pero apenas tres semanas después, el viernes pasado, volvió al hospital donde finalmente falleció.
Nacido en 1936 en una familia de clase media en Milán, Berlusconi empezó su carrera como vendedor de electrodomésticos para pagar sus estudios de Derecho. Su habilidad para relacionarse con las personas lo llevó a trabajar en cruceros, donde se dedicó a cantar y animar a los pasajeros. Una de sus primeras ideas extravagantes fue la construcción del proyecto inmobiliario Milano Due en la década de 1960, un lugar donde todavía residen alrededor de 2.700 familias en las afueras de Milán, con todos los servicios básicos e incluso un lago artificial con cisnes.
En ese barrio se estableció la sede de la primera cadena de televisión privada italiana, TeleMilano 58, que comenzó a emitir en 1974. A través de su red, surgió Canale 5, el primer canal privado de alcance nacional, que revolucionó la televisión con el imperio de Mediaset. Sus canales privados rompieron el monopolio de la televisión pública Rai, y posteriormente Berlusconi amplió su imperio empresarial al adquirir el grupo editorial Mondadori y el club de fútbol AC Milan, que se sumaron al conglomerado Fininvest. Se dice que uno de los momentos más dolorosos de su vida fue cuando tuvo que vender y desprenderse del AC Milan en 2017. Su nuevo juguete futbolístico se convirtió en el Monza, un pequeño equipo que logró ascender a la Serie A.
Después de alcanzar el éxito en los negocios, Berlusconi decidió aventurarse en la política utilizando las mismas técnicas publicitarias que lo habían enriquecido. Hizo su entrada en la escena política italiana en medio del caos provocado por el escándalo de corrupción conocido como “Manos Limpias”, que llevó al colapso de la Democracia Cristiana y al fin de la llamada Primera República. Berlusconi ganó las elecciones en 1994 y, aunque su primer mandato fue breve, volvió a ser primer ministro de Italia en dos ocasiones más: de 2001 a 2006 y de 2008 a 2011. A lo largo de su carrera política, estuvo envuelto en numerosos escándalos judiciales y fue objeto de críticas por las fiestas “bunga-bunga” que organizaba en sus residencias de Roma, Milán y Cerdeña, donde se le acusaba de mantener relaciones con chicas menores de edad, aunque él prefería llamarlas “cenas elegantes”. Estos escándalos aparecieron en todos los periódicos, pero lo que realmente afectó a su último mandato fue la crisis económica y la pérdida de confianza por parte de sus socios europeos. Sus gobiernos fueron considerados una rareza democrática, ya que combinaba su poder como empresario y mandatario al mismo tiempo, algo que luego imitarían otros multimillonarios como Donald Trump. A pesar de acumular portadas negativas, Berlusconi siempre mantuvo altos índices de popularidad, prometiendo una política liberal basada en reducción de impuestos y medidas contra la inmigración irregular.
Sin embargo, “Il Cavaliere” nunca se rindió. Aunque fue inhabilitado por fraude fiscal, expulsado del poder por presiones del mercado, investigado por sus negocios y ridiculizado por las fiestas “bunga-bunga”, se negó a ceder el liderazgo a las nuevas generaciones. En los últimos años, seguía urdiendo estrategias políticas para mantener a su partido, Forza Italia, como una fuerza imprescindible en el panorama parlamentario. Fue uno de los primeros en apoyar el enfoque de Mario Draghi para resolver la encrucijada del plan de recuperación de Italia.
En octubre, logró regresar al Senado después de nueve años de ser expulsado por fraude fiscal y formó la actual coalición gobernante en Italia, aunque con renuencia, ya que es Giorgia Meloni, su antigua pupila, quien lidera el partido. Hasta el último minuto, Berlusconi estuvo envuelto en controversias relacionadas con la ley de presupuestos, la distribución de cargos y sus declaraciones incendiarias, como culpar a Volodímir Zelenski de la guerra en Ucrania y defender a su viejo amigo Vladímir Putin, con quien solía ir de vacaciones. Sin embargo, fallece sin cumplir su último sueño de convertirse en presidente de la República y sin designar un claro sucesor para su partido, que ha sufrido importantes bajas en los últimos años. Ahora surge la gran pregunta de si Forza Italia sobrevivirá sin su líder o si se desintegrará y sus miembros se dispersarán entre varias formaciones de derecha. Matteo Salvini lleva tiempo intentando unificar este espacio, mientras que otros están siendo tentados por el espacio centrista representado por Matteo Renzi y el exministro Carlo Calenda.
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