Nota: Este es un artículo de opinión cedido para su publicación en nuestra web por los compañeros de @Accountable2019 . A lo largo del mismo se hace referencia a acontecimientos sucedidos en la serie de ficción “Juego de Tronos”, por lo que puede contener spoilers.
Empecemos por constatar lo obvio: Poniente es plurinacional. Algunos prefieren llamarlo “reino de reinos” pero en cualquier caso la realidad está ahí, testaruda y compleja: múltiples naciones y un contexto histórico de siglos en el que han sido gobernados por una misma mano, sí, pero no siempre. Y ni siquiera los gobernantes más autoritarios se atrevieron a tocar algunas de sus particularidades.
Aliados no naturales, independentismo, guerras políticas sin cuartel, enemigo común… El momento político en Poniente echa fuego. Hagamos un repaso por sus actores principales…
Seguro que lo recuerdan: Pablo Iglesias regalando un DVD al nuevo monarca. La “sonrisa del destino” introdujo irónicamente a Felipe VI en el juego de tronos al mismo tiempo que Podemos se instalaba como un personaje protagónico más. Comenzaba una época. La trayectoria del nuevo partido, así como su dilema central, quedan magníficamente expuestos en las escenas en las que Tyrion plantea a la aspirante al trono la pregunta crucial: “¿De qué sirve conquistar los siete reinos de la misma manera que hasta ahora lo han hecho todos los gobernantes?” Es decir, con máquina de guerra electoral y sin la acción del pueblo. A Daenerys hay que reconocerle la esperanza que trae para millones, su visión social y más respetuosa con la plurinacionalidad. Sin embargo, debe resolver las contradicciones en su interior para aspirar a cambiar Poniente. Porque si no da garantías ni a los derechos de su propia gente, Daenerys no es necesaria, ya hay otras muchas dinastías dispuestas a llegar al poder con máquinas de guerra y sin avales de democracia real. Pero Daenerys aún puede hacer caso a Tyrion.
Puestos a jugar a los tronos sin garantías ni principios, nadie podrá vencer a la menos garantista de todas las reinas: la apapullante realpolitik de Cersei, que pretende gobernar los siete reinos sin reconocerles su soberanía. Empeñada en pagar toda la deuda ilegítima que ella misma ha contraído (en detrimento de la gente) y aunque en una situación más minoritaria que anteriormente, Cersei reivindica su derecho a continuar imponiéndose, no en vano es heredera del poderoso caudillo de guerra Tywin. Ella sabe que debe arrasar toda disidencia; algunas operaciones encubiertas contra la oposición han funcionado, otras no. Sus tratos con el Banco de Hierro de Braavos la convierten en la favorita de los ricos. Además, un atentado con toque religioso le ha allanado el camino oportunamente. Durante años lo ha desdeñado pero finalmente se alía con los rivales frente al enemigo común. Por supuesto, su ánimo no es sincero y el destino de Poniente no le importa, solo su propio interés. Aunque una pequeña ilusión se dibuja en su barriga: ¿existirá aún el reino de reinos cuando su hijito endogámico y “centrista” crezca?
La Casa Frey es una casa noble y antigua. Su líder en las últimas décadas es frágil como un jarrón pero se jacta de que aún puede tener descendencia. Vanidoso y ambicioso, traiciona sus promesas con la excusa de una afrenta personal del joven líder que iba a aliarse con él. En la Boda Roja (¿qué otro nombre podía tener?) elimina cualquier alternativa a la reinante casa Lannister, por la que asesina sin piedad y a la que se entrega gratuitamente. Después de su traición, la Casa Frey disfrutó de un período de mejoría estratégica… hasta que se comen entre ellos.
Las Islas de Hierro son una nación pequeña pero orgullosa. Conocen el mar como nadie y poseen una fortaleza admirable. Son aliados de la reina centralista y autoritaria, que paga siempre sus deudas a través de los Presupuestos apoyados.
En Dorne también suscribían pactos con el Trono de Hierro hace bien poco pero las continuas afrentas centralistas han provocado un ensordecedor nacionalismo popular. La rebelión en Dorne bien podría despertar a todos los que, a lo largo de Poniente, rechazan la legitimidad de una reina corrupta nacida de un sistema corrupto.
En cuanto al joven rey Stark, posee muchos nombres (Jon Snow, Aegon Targaryen; Unidad Popular, PCE, IU, UP…). Según los rumores, ha muerto alguna que otra vez, subsumiéndose en otra familia mayor. Pero no ha sido hasta el final de la séptima temporada cuando ha jurado lealtad a Daenerys, su amada rompedora de cadenas. En su familia, algunos rechazan esta alianza obstinadamente.
Hasta aquí los protagonistas del drama. Nos entretenemos con sus discursos, tejemanejes y batallas. Pero el invierno y la amenaza común provienen del norte. Un ejército aparentemente invencible, frío y dispuesto a arrasar la soberanía de las ya sometidas naciones de Poniente. No le basta con los 135 sacrificios anteriores: quiere más. El altar del invierno es global y se expresa en bolsas insensibles. El propio mundo está en peligro; nada debe escapar a la concentración de gélido y muerto capital. Y solo se le resiste el pueblo: plurinacional, vivo y desobediente en toda su dignidad.
Nota: Este es un artículo de opinión cedido para su publicación en nuestra web por los compañeros de @Accountable2019.
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