En el anterior ciclo electoral, que acabó el 26 de junio, insistimos a menudo en que las encuestas están llenas de incertidumbres y que tiene que haber entre ellas diferencias, causadas por las diferentes metodologías y por el margen de error.
Los resultados han venido a confirmarlo y es posible que, de una vez por todas, hayamos aprendido la lección: las encuestas no son quiromancia, no son un engaño sin más, sino que aportan indicios valiosos. Pero hay que tomárselas con prudencia, entender sus márgenes, y asumir de una vez que, para un partido grande, una variación de tres o cuatro puntos respecto a lo que predicen es algo perfectamente posible.
Si lo tenemos claro, habremos aprendido a leerlas de una vez, y no haremos caso a los titulares de los periódicos, que suelen simplificarlas haciéndoles un flaco favor. Si seguimos sin entenderlo, continuaremos de decepción en decepción.
En cuanto a los datos que tenemos ahora mismo, son poquísimos y no nos dicen gran cosa. Hay pocos cambios, pero son un punto de partida. Veremos dónde nos llevan.

Al ser tan pocos no hemos descartado ningún dato, aunque sí se han aplicado coeficientes de ponderación.
Seguiremos la evolución del promedio de encuestas también en Telegram ( https://telegram.me/Electopromedio ) y Twitter.
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